Puente sobre el río Caroní (Venezuela)

Puente sobre el río Caroní entre San Félix y Puerto Ordaz, Venezuela. Vanos de 96 m de luz, 1963. Leonhardt & Andrä.

Caroní es uno de los 11 municipios Venezuela ubicado en el extremo norte del mismo. Su capital es Ciudad Guayana, la más importante de toda la región guayanesa al sur del río Orinoco. En el primer puente empujado de hormigón pretensado, el del Caroni entre Puerto Ordaz y San Félix, en Venezuela, con vanos de 94 m, Leonhardt y Baur utilizaron pilas intermedias para el lanzamiento para reducir la luz de lanzamiento. Este procedimiento encarece la construcción, pues no tiene sentido que las pilas provisionales no queden definitivas. El procedimiento de constructivo de puentes mediante lanzamiento es competitivo con luces de hasta 60 – 70 m, siempre que la longitud total del puente sea de, al menos, 600 a 700 m. Fuera de estos rangos, los medios auxiliares no se amortizan suficientemente. Os dejo una película, algo antigua, tomada durante la construcción del puente Dalla Costa sobre el río Caroní, que muestra todo el proceso seguido desde el inicio de la construcción en el año 1962 hasta su finalización en 1964. Tiene interés por su valor histórico.

 

 

 

 

El oficio de maquinista en la industria de la construcción

Los operadores o maquinistas de las máquinas empleadas en obras públicas constituyen una pieza clave en el funcionamiento de cualquier obra. La complejidad de algunos equipos y la incidencia de la maquinaria en los costes de producción, precisan de especialistas con una formación adecuada, capacidad de trabajar en equipo y con un fuerte sentido común. No en vano, una parte importante de las medidas de seguridad en el trabajo dependen de estos especialistas.

Os dejo un vídeo realizado por Structuralia que nos ofrece un perfil de este tipo de trabajo y algo de historia respecto a sus orígenes. Espero que os guste.

Referencias:

YEPES, V. (2014). Maquinaria de movimiento de tierras. Apuntes de la Universitat Politècnica de València, Ref. 204. Valencia,  158 pp.

YEPES, V. (2014). Equipos de compactación superficial. Apuntes de la Universitat Politècnica de València, Ref. 187. Valencia, 113 pp.

YEPES, V. (2015). Coste, producción y mantenimiento de maquinaria para construcción. Editorial Universitat Politècnica de València, 155 pp. ISBN: 978-84-9048-301-5. Ref. 402.

10 libros sobre ingeniería en el día de San Jorge

2015-04-23 08.14.30Resulta difícil elegir 10 libros interesantes sobre ingeniería. Seguro que nos dejaremos alguno, por eso serán más de 10 los que proponga a continuación. La elección es sesgada: son volúmenes que han caído en mis manos y que he devorado con gusto. No son libros de teoría de la ingeniería, sino de temas relacionados con ella (historia, estética, anécdotas, personajes, etc.). Son ese tipo de libros que te gusta leer en vacaciones, en tu tiempo de ocio, y que sólo les gusta a los ingenieros de vocación. La lista seguro que la iremos ampliando, no son 10, sino que serán los que sean. Tampoco están puestos en orden de preferencia.

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Los 10 libros de arquitectura, de Marco Lucio Vitruvio, puede ser un buen inicio para todo un clásico. Lo ponemos en primer lugar simplemente por ser un clásico. Muchas de las enseñanzas permanecen vigentes.

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También resulta un clásico el “Razón y ser de los tipos estructurales” de Eduardo Torroja. Ningún ingeniero debería de dejar de leer esta obra, de una sencillez realmente compleja, donde los conceptos básicos se destilan de forma maestra.

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Una de mis lecturas preferidas en mi época de estudiante, y que he releído varias veces, es “Puentes y sus constructores”, de Steinman y Watson. Si bien se centra en los grandes puentes americanos, la epopeya de su historia y sus constructores es apasionante.

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Y si de arte estructural queremos tener las ideas claras, no hay que olvidar “La torre y el puente”, de David P. Billington.

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Resulta interesante también la biografía que José Antonio Fernández Ordóñez hace sobre Eugène Freyssinet. No sólo resulta de interés la figura del biografiado, sino de su autor, JAFO.

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Ya que estamos con José Antonio Fernández Ordoñez, la edición de José Ramón Vera “Pensar la ingeniería” es una buena antología sobre los textos de JAFO.

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Otra obra de interés, para no olvidar los orígenes de nuestra profesión, es el texto de Fernando Sáenz Ridruejo sobre “Los ingenieros de caminos”.

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“La obra de ingeniería como obra de arte” recoge las ideas de Javier Manterola respecto a lo que debe ser una estructura. En tiempos confusos como los actuales, resulta un buen referente.

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También resulta de interés la visión de Miguel Aguiló en su obra “Forma y tipo en el arte de construir puentes”.

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“La ingeniería es humana”, de Henry Petroski expone de forma sencilla y amena la importancia del fallo en el éxito del diseño. Una lección de humildad.

Lucio del Valle y el puente del Cabriel

Retrato de Lucio del Valle, hacia 1860. Wikipedia

Lucio del Valle y Arana (1815-1874) fue ingeniero de caminos y arquitecto, de los más influyentes de su época. Dedicó su vida a las obras públicas destacando la carretera Madrid-Valencia por las Cabrillas, el Canal de Isabel II, la gran reforma de la Puerta del Sol o los faros metálicos del delta del Ebro, aunque sus días los acabó como Director de la Escuela de Ingenieros de Caminos.

Este artículo lo vamos a dedicar a la carretera de Valencia a Madrid por las cuestas de Contreras, en particular al puente sobre el Cabriel. El denominado camino de las Cabrillas tenía fama por lo intransitable y peligroso a causa de bandoleros, si bien era paso obligado entre Valencia y Castilla. A estos trabajos dedicó D. Lucio 10 años, desde finales de 1840, recién terminada la carrera. Solucionó el proyecto del trazado con pendientes no superiores al 5% de inclinación, con una anchura viaria mínima de 13 m, apto para el tránsito de carruajes, para lo cual tuvo que realizar un trazado zigzagueante que se extendía varios kilómetros en la provincia de Cuenca.

Puente del Cabriel, en la carretera Madrid-Valencia, por las Cabrillas. José Martínez Sánchez (fotógrafo). Hacia 1866. Copia a la albúmina. Wikipedia
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Puente del Cabriel, frente aguas abajo de la presa. Imagen: V. Yepes, 2015

El problema era salvar la garganta del río Cabriel, de 159 m de anchura y unos 50 m de profundidad, para lo cual pensó inicialmente en un puente colgante. Sin embargo, el proyecto final fue una obra de sillería situada en un punto más bajo. Influyó en la decisión la posibilidad de abaratar costes al contar con 1200 presidiarios para su construcción. Su construcción empezó en 1846 y terminó en 1851. El puente actual, apodado por el propio D. Lucio como el “ciempiés”, debido a sus numerosos pilares a modo de patas y su ligereza, pues su espesor no supera los 2,5 m. Tiene una longitud de 86,80 m, una anchura de 6,40 m en el tramo central y 8,90 m en los dos tramos de acceso, y consta de siete arcos de medio punto de 28 m de altura máxima, teniendo el arco central 16,7 m de luz y los tres arcos de cada lado 8 m. No obstante, la envergadura del arco principal y la relación ancho de pila/luz del arco, de 1/2,5, son dimensiones que fueron superadas anteriormente por muchos puentes romanos, como el de Alcántara, construido casi dos mil años antes. Según Javier Manterola (2015), este puente, junto con el puente de piedra de Logroño (1882) suponen anacronismos en una época donde el hierro y el acero ya se habían impuesto, revolucionando la forma de construir los puentes, y el cemento Portland y el hormigón están apareciendo. Solo Seyourné, con su enorme habilidad y talento, prologó el anacronismo de los puentes de piedra hasta 1911, con el puente de los Catalanes, en Toulouse.

El aspecto actual del puente se mantiene desde la década de 1930, con la obra original del XIX y las mejoras efectuadas por el Circuito Nacional de Firmes Especiales (carretera asfaltada y peraltada, con el vallado en algunos tramos). Ello se debe a que el tráfico se desvió, primero por la parte alta del embalse, y luego por el actual viaducto de Contreras. Una lápida en mármol en el puente nos recuerda: “D. LUCIO DEL VALLE, INGENIERO DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS, PROYECTÓ Y DIRIGIÓ ESTA CARRETERA Y TODAS SUS OBRAS DESDE 1841 A 1851”.

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Puente del Cabriel. Imagen: V. Yepes, 2015
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Puente del Cabriel. Imagen: V. Yepes, 2015

Referencias:

Alberola, J. (1951). Primer centenario de las “Cuestas de Contreras”. Revista de Obras Públicas, 2837:437-441.

Del Valle, L. (1844). Memoria sobre la situación, disposición y construcción de los puentes. Valencia. Ed. Publisher. Fundación Esteyco.

Manterola, J. (2015). Los primeros arcos de hormigón. Revista de Obras Públicas, 3561:65-88.

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Puente de San Pablo (Cuenca)

Sin títuloEl puente primigenio de San Pablo se construyó entre 1538 y 1589  por orden del canónigo Juan del Pozo para comunicar el Convento de San Pablo y el casco urbano de Cuenca, a su paso por el río Huécar. Elefante de cinco patas, como le llamó Pío Baroja, este puente era de piedra con cinco arcos apoyados sobre cuatro pilares, de los que aún quedan algunos restos. Tantos años para construir dicho puente explica la cantidad de maestros que pasaron por la dirección de sus obras como Francisco de Luna, Andrés de Vandelvira, Juan Gutiérrez de la Hoceja, también a Juan de Palacios, seguido de Hernando de Palacios y, finalmente, Juan de Meril. Sin embargo, el hundimiento progresivo de las pilas fue provocando la rotura sucesiva de arcos. El puente de piedra se viene abajo en 1786, en la parte más próxima a la catedral y, aunque en 1788 fue reparado por el arquitecto Mateo López, no se logró impedir el desmoronamiento del segundo arco. Su último episodio, en 1895, llevó a tomar la decisión de su total demolición.

Puente de San Pablo (1892). Imagen procedente de los fondos de la Biblioteca Nacional de España

 

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Vista actual del Puente de San Pablo. Imagen: V. Yepes, 2015.

Pasaron los años y fue el Obispo Wenceslao Sangüesa y el Seminario Conciliar de San Julián los que toman la decisión de poner los fondos para construir un nuevo puente San Pablo. El actual nuevo puente es metálico y de madera. Empezaron sus obras en 1902, proyectadas por el ingeniero  de caminos valenciano José María Fuster y Tomás, y erigido por George H. Bartle, cuya fundición, también valenciana, contaba con gran renombre por aquella época, quedando inaugurado el 19 de abril de 1903. El puente presenta 60 m de longitud, elevado 40 m  y apoyado en los pilares de arranque de sillería del puente anterior y, en el centro, en un puntal de hierro. Parte del patrimonio de la ciudad de Cuenca, es uno de los mejores lugares desde los cuales observar las Casas Colgadas.

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Detalle de la viga en celosía. Imagen: V. Yepes, 2015

Os dejo un vídeo de Florián Yubero sobre el puente.

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La historia del hormigón armado en España 1893/1936

http://www.cehopu.cedex.es/hormigon/.

En el año 2010 el CEHOPU (Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas) organizó una exposición para dar a conocer al público el nacimiento y primer desarrollo en España de las construcciones de hormigón. Éste es uno de los materiales más característicos del siglo XX, hoy plenamente incorporado a nuestros paisajes cotidianos, a través del acercamiento a las obras y figuras más representativas del panorama constructivo de la época. Se centró en el proceso de introducción y consolidación en España del empleo de este nuevo material en la construcción en el primer tercio del siglo XX, narrado a través de los hitos, las figuras y las obras de arquitectura e ingeniería más destacadas del período comprendido entre 1893 a 1936, coincidiendo con la monarquía de Alfonso XIII y la II República.

De esta exposición, os dejo los vídeos que siguen, que creo son de interés para introducirse en este mundo apasionante. Y para los que queráis saber más, os aconsejo el libro “Los orígenes del hormigón armado en España”, de Antonio Burgos Núñez, editado en el 2009 por el Ministerio de Fomento.

El despegue de la construcción hormigonada.

Los inicios, la introducción del hormigón armado en España.

La normalización del hormigón armado.

Para los curiosos, os dejo esta entrada de Pablo Nieto donde se puede ver la EHE de 1939. http://pablonietocabezas.wordpress.com/2011/11/07/ehe-39/

 

Breve historia del buldócer

Richard L. Edgeworth (1744-1817)

El paradigma de la máquina empleada en ingeniería civil es la topadora, explanadora, buldócer, o como lo conocemos habitualmente en inglés, el bulldozer. Aunque se trata de un tractor sobre cadenas, también podemos encontrarlo sobre neumáticos (turnadozer), aunque es más raro. Pues bien, nuestro protagonista no nació de sopetón, sino que fue poco a poco mejorando de ideas previas. Si empezó su trayectoria en el mundo de la agricultura, ha pasado por la guerra y por la ingeniería civil y la minería. Veamos, en dos pinceladas, cuál fue el oscuro nacimiento del bulldozer.

La historia del bulldozer, tal y como hoy la conocemos, surgió de mejoras sucesivas que tuvieron su comienzo con el invento del tractor sobre orugas. Su aparición exacta en el tiempo es un poco oscura, pero en 1713, Frenchman M. D’Hermand propuso un tractor de este tipo traccionado por cabras. Hubo que esperar a 1770 para que Richard Lovell Edgeworth patentara el sistema pero propulsado a vapor. Otros inventos posteriores que mejoraron el sistema fue el desarrollado en 1826 por George Calley, unas orugas a las que denominó “vía férrea universal” (continuous track system, en inglés). Otro invento, el denominado “carruaje con orugas movibles”, fue obra de Dimitri Sagryazhsky, pero no pasó de ser un dibujo sobre un papel. Otra patente fue la de James Boydell, que registró “una rueda de vía férrea sin fin”. En la Guerra de Crimea (1853-1856) ya se usaron los primeros tractores de este tipo propulsados a vapor.

En 1877, Fyodor Blinov creó un vehículo al que denominó “carromato movido sobre raíles sin fin”. Aunque era un vehículo arrastrado por caballos, al año siguiente patentó el mismo vehículo autopropulsado a vapor. Años más tarde, entre 1881 y 1888 desarrolló dicho vehículo.

Carromato de Blinov traccionado por caballos

Otra patente es la de Bramah Joseph Diplock, que inventó en 1903 un sistema curioso de tracción sobre martillos “pedrail wheel”, capaz incluso de subir escaleras. Aunque esta tentativa se alejó del resultado final que conocemos hoy día.

Figura. “Pedrail wheel” de Diplock. http://www.wikiwand.com/en/Bramah_Joseph_Diplock

Sin embargo, hay que adentrarse en el siglo XX para que Alvin Orlando Lombard introdujera, en 1901, las orugas en vehículos para mejorar la tracción sobre la nieve. Era una especie de arrastrador de troncos accionado a vapor, con aspecto de locomotora. Posteriormente, estas máquinas acabaron accionándose mediante motores de combustión interna.

El término genérico “caterpillar” (tractor de oruga) fue utilizado por primera vez en 1909. En 1914 su silueta era poco diferente de los actuales. La provechosa unión del tractor de oruga y la cuchara requirió cierto tiempo.

A pesar del éxito de  Lombard, no fue hasta que el pionero de la construcción Benjamín Holt transformó este invento en la popular máquina de movimiento de tierras que hoy conocemos.  Holt fue jefe de Holt Manufacturing Co. en Stockton, California. Empezó a experimentar con sus tractores sobre orugas en 1906 y tuvo sus problemas con Lombard, que pensaba que el tractor de Holt era una copia de sus ideas. Al otro lado del charco, en Inglaterra, David Roberts, ingeniero jefe de R. Hornsby & Sons, patentó un sistema propio de oruga en 1904. Sin embargo, las ventas no fueron tan exitosas como las de Holt, por lo que le vendió su patente a Holt en 1914.

Figura. Tractor de David Roberts a vapor, sobre 1908

 

Figura. Tractor Hornsby, 1909

Holt empezó a aplicar motores de gasolina a los tractores. En 1906 Holt y su sobrino Pliny empezaron a probar su primer motor, hasta que en 1908 vendieron el primer tractor sobre orugas, el llamado Modelo 40, accionado por un motor de combustión interna, con 25 caballos de potencia. Estos primeros tractores tuvieron un uso agrícola, pero al aplicarles una cuchilla al frente del tractor, nació el bulldozer, tal y como lo conocemos.

Figura. Tractor Holt 120, sobre 1914

El invento de poner una hoja empujadora ya tuvo sus primeras versiones en el siglo XIX, pero con propulsión animal. Además, estas palas debían accionarse manualmente. Su versatilidad en terrenos blandos para la explotación forestal y construcción de carreteras llevó directamente a que se conviertan en el tanque blindado en la Primera Guerra Mundial.

Figura. Tractor Holt en la batalla del Somme, 1917

Sin embargo, hacia 1920 fue cuando ya se montan las primeras hojas sobre tractores de cadenas. En 1925, año en que se fundó la empresa Caterpillar, se fabrica la primera hoja de empuje de mando hidráulico, sin buenos resultados, por lo que siguió utilizando un sistema de cabrestante, cables, etcétera. Es en el año 1929 cuando se empezó a fabricar el primer modelo de bulldozer, en donde el conductor iba sentado en la parte de arriba sin una cabina cerrada que lo protegiera. En 1931, se sienta lo que sería una de las grandes bases de crecimiento y utilización de estas máquinas en obra con la introducción del motor Diesel por las casas Caterpillar y Hanomag. La hoja de empuje con mando hidráulico, y aceptables en cuanto a funcionamiento y rendimiento, aparece en el mercado en 1935. Otro gran avance tecnológico fue la introducción del convertidor de par en 1940. En el año 1968, Komatsu introduce el sistema de control por radio para un bulldozer diseñado para trabajar en zonas peligrosas, así como un modelo anfibio para profundidades de hasta 7 m. En 1970 aparece con Komatsu un bulldozer totalmente submarino que trabaja hasta 60 m en el fondo del mar.

Versiones más primitivas del buldócer han sido completadas en el siglo XIX agregando palas a los caballos, pero el tractor sobre orugas podía incrementar su poder exponencialmente. Las primeras palas sujetadas a los tractores tenían que ser propulsadas moviéndolas manualmente con timones a mano. Experimentación con buldóceres mejoró al comienzo de los años 1920s, con el primer dócer operado hidráulicamente fabricado en 1925 por LaPlant-Choate Manufacturing Co. en Cedar Rapids, Iowa. Esta cuchilla era enganchada al tractor en un bastidor rectangular, pivotando en el marco del tractor sobre orugas, y controlado por un cilindro hidráulico en la parte posterior del tractor.

El movimiento de la cuchilla fue mejorado con el desarrollo del PCU (Unidad de Poder), introducido por Robert Gilmour Le Tourneau en 1928. La nueva unidad era controlada por el uso de embragues y frenos, y estaba disponible con cuatro cabrias. La unidad de poder también fue usado en un amplio rango de otros accesorios, incluyendo escrepas de jalón y escarificadores.

Mientras que inicialmente el desarrollo de la cuchilla fue realizado separado de los tractores, compañías individuales comenzaron a unirse con fabricantes de tractores, creando un producto más sólido y unificado. Baker se unió con Allis-Chambers, Bucyrus-Erie se unió con International, y Le Tourneau se unió con Caterpillar. En los años 1940s, fabricantes de tractores integraron el desarrollo de cuchillas en sus instalaciones. Diez años después, los tractores y las cuchillas ya no eran piezas individuales, más bien, eran producidas para crear un vehículo ya muy parecido al actual.

Figura. Bulldozer actual. Caterpillar D11N.

Referencias:

YEPES, V. (2009). Breve historia de la ingeniería civil y sus procedimientos. Universidad Politécnica de Valencia.

YEPES, V. (2014). Maquinaria de movimiento de tierras. Apuntes de la Universitat Politècnica de València, Ref. 204. Valencia,  158 pp.

 

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Los dólmenes, algo de ingeniería prehistórica

Monumento de Stonehenge, en Salisbury (Inglaterra). 2200 a.C.
Monumento de Stonehenge, en Salisbury (Inglaterra). 2200 a.C.

Los dólmenes fueron los primeros grandes monumentos europeos de piedra y datan de alrededor de 4500 a.C. Son restos de antiguas cámaras funerarias y consisten en una gran piedra horizontal que se sustenta sobre otras verticales. Destaca, por la dificultad en la construcción de aquellos años, el monumento de Stonehenge. Es un círculo de piedras que se encuentra en la llanura de Salisbury (Inglaterra), que se comenzó a construir hacia el 2200 a.C. El círculo exterior soportó en un principio un dintel arqueado que, a su vez, rodeaba a cinco trilitos (dolmen de dos piedras que sostienen a una tercera en posición horizontal) dispuestos en forma de U. Parte de las piedras se trajeron de más de 216 km de distancia, desde Gales. Los constructores debieron transportar las piedras sobre troncos, lo cual parece realmente increíble.

Stonehenge antes de su restauración. 1877.

 La construcción de un dolmen suponía un considerable esfuerzo de carácter colectivo, dado el nivel tecnológico del que disponían las comunidades neolíticas y también su estructura social. Las operaciones que había que desarrollar conllevaban un trabajo largo y pesado, en el que debía intervenir una considerable mano de obra bien estructurada, porque el esfuerzo físico a realizar era importante y su buena organización y planificación algo fundamental. Los pasos básicos consistían en cortar la piedra en los afloramientos que servían de cantera, tallar los bloques extraídos para ajustar la forma y medidas deseadas, transportar las piedras hasta el lugar elegido y por fin colocarlas tras haber preparado el terreno para ello. En diversas partes se han hecho ensayos sobre cómo se construía un dolmen y también numerosos cálculos del número de horas de trabajo y mano de obra precisa para trasladar los bloques y colocarlos. Cualquier estimación general es difícil, ya que cada caso es distinto en función de la distancia de la cantera, número de bloques, peso y medida de estos y características del lugar en que se ubica el sepulcro megalítico. En cualquier caso, como mínimo serían necesarios de 20 a 200 hombres trabajando a la vez para que las operaciones fueran rentables. Normalmente, para obtener la piedra se aprovechaban las grietas ya existentes en los afloramientos, donde a base de cuñas de madera seca, odres de cuero o piel llenas de agua, a veces mechas de cuero, hachas de piedra y percutores, se ensanchaban las fisuras para marcar las superficies de fragmentación. Luego la alternancia de fuego y agua, los cambios térmicos, la acción de cuñas, etc. producía el resquebrajamiento de la piedra, hecho este que según las condiciones podía ocurrir en pocos días e incluso en pocas horas, según las condiciones ambientales, geológicas y tecnológicas. Una vez que los bloques habían saltado, eran tallados con utensilios de piedra hasta obtener la forma y el tamaño adecuados. El traslado podía hacerse con trineos, pero parece que fue más habitual la tracción humana ayudada por el deslizamiento sobre rodillos de troncos de árboles y sogas atadas a la piedra para el tiro. En ocasiones se acondicionaban las irregularidades del terreno para facilitar el transporte. La colocación de las losas exigía de fosas de cimentación previamente efectuadas, donde con cuñas y palancas de madera se imbuían las piedras y enseguida se entinaban para sujetarlas. Luego estas fosas se llenaban con piedras pequeñas y tierra, mientras los ortostatos se calzaban con piedras medianas, cubriendo luego todo con tierra. En ciertos dólmenes, el primer ortostato en colocarse era el de la cabecera, que se situaba frente a la entrada de la cámara. Suele ser el de mayores dimensiones. Luego se colocaban los de los lados apoyados unos en otros hacia el interior, de tal manera que el central recogía parte de la carga de todos los demás. Muy a menudo por el exterior se colocaban piedras de refuerzo. Los corredores, que en la zona son estrechos y más bajos que la cámara, constituían el paso siguiente, con sus ortostatos también fijados en fosas de cimentación y calzados con piedras pequeñas. Los túmulos se levantaban, en último lugar, con una estructura interna que suele tener cierto grado de complejidad, con refuerzos y anillos de piedra que contenían las piedras sueltas y apelmazan las mismas. Por el túmulo se accedía a la colocación de la piedra horizontal que servía de cubrición a la cámara. En Europa se conocen más de 50.000 sepulcros megalíticos de distinta tipología, que cubren cerca de 2.000 años. Pero este número de sepulcros, por alto que pueda parecernos en principio, pone de manifiesto que si se utilizaron a lo largo de unas 80-100 generaciones, solo unos pocos individuos se enterraron en ellos, a pesar de su carácter colectivo, de su monumentalidad y del considerable esfuerzo y número de personas que intervinieron en su construcción.

Podéis ver unos vídeos sobre los secretos de Stonehenge aquí mismo:

 

 

Félix Candela, un icono español en el exilio

Félix Candela (1910-1997)

Tal mes como hoy, un 27 de enero, pero de 1910, nació en Madrid el arquitecto Félix Candela Outeriño. Es una figura icónica de las nuevas formas estructurales de las formas estructurales del hormigón armado, con la creación de estructuras en forma de cascarón, generadas a partir de paraboloides hiperbólicos, una forma geométrica de extraordinaria eficacia que se convirtió en sello distintivo de su arquitectura. El final de la guerra civil española le obliga a exiliarse a México. Sorprende cómo su trayectoria profesional es relativamente desconocida en España, en cierto modo justificada porque la desarrolló fundamentalmente en México. Su creatividad traspasó fronteras pues hay cubiertas suyas en Colombia, Ecuador, España, Estados Unidos, Guatemala, México, Noruega, Perú, Puerto Rico, Reino Unido y Venezuela. Se le puede considerar un precursor de la arquitectura sostenible por su compromiso de realizar obras económicas, duraderas y bellas. Una de sus últimas obras la podemos ver en l’Oceanogràfic, de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia.

L’Oceanogràfic (El Oceanográfico), Ciudad de las Artes y las Ciencias, Valencia, España.

Os dejo a continuación algunos vídeos que explican el trabajo de este genial arquitecto.

Aquí podemos ver una animación de la planta embotelladora de Bacardí en Tultitlán, Estado de México (1960-1971).

También podemos ver una entrevista realizada a la profesora Maria Garlock sobre Candela.

Algunas referencias y enlaces de interés para ampliar información:

http://www.jotdown.es/2011/11/los-hypars-de-felix-candela-i/

http://www.jotdown.es/2011/11/los-hypars-de-felix-candela-y-ii/

 

El puente George Washington

Puente George Washington. Wikipedia. Fotografía de John O’Connell

El puente George Washington es un puente colgante que se extiende sobre el río Hudson para conectar la ciudad de Nueva York con el estado de New Jersey a través del río Hudson. Es el puente con mayor tráfico de vehículos del mundo al ser atravesado por la carretera Interestatal 95, una vía que recorre la costa este de Estados Unidos de punta a punta, desde la frontera con Canadá hasta Miami, en Florida.

El puente fue diseñado y construido por la “Port of New York Authority” bajo la dirección del ingeniero Othmar Ammann, con Cass Gilbert como arquitecto consultor. El 21 de septiembre de 1927 se colocó oficialmente la primera piedra. Debido a la disminución de fondos causada por la Gran depresión de 1929, se vieron obligados a dejar la estructura metálica de las pilas, que iban a ser cubiertas con hormigón y granito, algo que fue contrario a la voluntad del autor. Inaugurado en 1931 tras cuatro años de construcción, el costo total del puente fue de 60 millones de dólares. Con sus 1.451 m fue, entre 1931 y 1937, el puente colgante más largo del mundo, siendo superado por el puente Golden Gate de San Francisco, siendo su la longitud de su vano central de 1067 m. En aquel momento duplicó, de una sola vez, el anterior récord de luz establecido por el puente Ambassador, en Detroit. Fue catalogado por Le Corbusier como “el puente más hermoso del mundo”.

Aquí podéis ver un pequeño vídeo de un momento de la construcción del puente.

Os dejo un vídeo sobre este magnífico puente de finales de los 40. Espero que os guste.

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