La “crisis” de las infraestructuras

Preservar las infraestructuras en un estado mínimamente adecuado de conservación y mantenimiento es una necesidad de primer orden en cualquier sociedad. Sin embargo, por motivos que a veces son estructurales y otras coyunturales, los responsables de esta tarea no prestan la atención y los recursos necesarios para este cometido. Parece que la inversión en conservación de los activos siempre ha sido insuficiente incluso en países desarrollados.

En efecto, parece evidente que el desarrollo económico que tuvo lugar en países como el nuestro en la última parte del siglo XX se centró, en el caso por ejemplo de las carreteras, en ampliar la red para apoyar dicho desarrollo. Si bien es cierto que estas nuevas infraestructuras nacen con un periodo de vida relativamente largo, también es cierto que una parte nada desdeñable de dicha infraestructura está empezando a notar el paso del tiempo, y lo que es peor, parece que podemos vivir dentro de un horizonte no tan lejano, a un verdadero colapso en los niveles de servicio prestados por estos activos. Lo peor de todo ello es que estas infraestructuras se financiaron a largo plazo y la siguiente generación se va a encontrar con la sorpresa de tener que pagar por unas infraestructuras con pésimos niveles de servicio. Todo ello nos lleva a la cuestión central del problema: la urgente necesidad de tener un plan racional con recursos suficientes para mantener las infraestructuras básicas de nuestro país.

Sin embargo, este problema no es exclusivo de España. Un informe del ASCE (American Society of Civil Engineers) de 2005 muestra el preocupante estado y las tendencias de sus infraestructuras básicas. Sin entrar en más detalles, el informe evaluó el estado medio de las infraestructuras como malo, estimándose necesaria una inversión para mantenerlas en estado aceptable de 1,6 trillones de dólares en 5 años, es decir, 1,15 veces el PIB nominal de España. Salvando las distancias, puede ser interesante saber lo que pasa en este país.

En el caso de las carreteras, el informe del ASCE indica que esa falta de mantenimiento está comenzando a afectar gravemente en la seguridad de los usuarios y en la salud de la economía. Algunos datos significativos son los siguientes:

  • Las carreteras en mal estado cuestan a los contribuyentes 54000 millones U$D/año en reperaciones y costes de operación, equivalente a 275 U$D/año por usuario. Los atascos de tráfico suponen 3500 millones de hora de viaje perdidas, con un coste de 63200 millones U$D/año, con las consiguientes pérdidas de productividad en la economía y consumos innecesarios de combustible y emisiones contaminantes.
  • El defectuoso estado de las carreteras es un factor determinante en el 30% de los 43000 accidentes/año, con un coste de 230000 millones de U$D/año, 819 U$D por año y contribuyente.
  • En 2003, el 27,1% de los 590750 puentes carreteros de EE.UU. estaban clasificados como estructuralmente deficientes o funcionalmente obsoletos. Este número ha descendido desde el 34,6% de 1992 al 27,1% citado gracias a políticas contundentes de conservación realizadas por la FHWA y las Agencias locales.
  • Entre 1970 y 2002 la demanda de tráfico se ha visto duplicada y se estima que se incremente en dos tercios en los siguientes 20 años.
  • El coste de mantener las carreteras en el estado actual se estima en 92000 millones de U$D/año, lo que supondría un incremento del 42% respecto al nivel de inversión actual, y de 125600 millones U$D para mejorar el nivel, lo que supondría un incremento del 94%.
  • El coste de eliminar las deficiencias en los puentes se estima en 9400 millones U$D/año durante 20 años.

En España no se ha llegado, de momento, a este estado tan extremo de deficiencias, quizás porque nuestras carreteras presentan una vida media inferior. Pero esta diferencia se va acortando a pasos agigantados. Un informe de la Asociación Española de Carreteras (AEC) de 2012, centrado en exclusiva en los firmes y señalización vertical, horizontal y barreras, y sólo centrado en la Red del Estado y Autonómica, avisa claramente de este creciente deterioro, con un déficit acumulado de inversión de 5500 millones de euros (un 30% más que en 2005). Se estima que el deterioro del patrimonio viario en los últimos seis años crece a un ritmo del 5% anual.

Las cifras, por importantes, parece que no escandalizan a nadie, sobre todo cuando las prioridades del país son las de la reducción a toda costa del déficit público. Sin entrar en este debate, lo cierto es que un indicador del estado de bienestar es la calidad de servicio de nuestras carreteras. Debería tomarse algún tipo de decisión estratégica de gran calado para evitar una crisis en nuestras infraestructuras que pudiera ser prácticamente irreversible. Nuestra bola de cristal puede ser el caso de los Estados Unidos. No sería justo que nuestras generaciones futuras tuviesen que pagar la deuda de unas infraestructuras que disfrutaron sus padres y que ellos, además, se vean obligados a reparar.

Referencias:

  • American Society of Civil Engineerings. Report Card of America’s Infrastructure. ASCE, Washington DC, 2005.
  • Asociación Española de la Carretera. Informe sobre necesidades de inversión en conservación. AEC, Madrid, 2012.
  • YEPES, V.; TORRES-MACHÍ, C.; CHAMORRO, A.; PELLICER, E. (2016). Optimal pavement maintenance programs based on a hybrid greedy randomized adaptive search procedure algorithm. Journal of Civil Engineering and Management, 22(4):540-550. DOI: 10.3846/13923730.2015.1120770