Los itinerarios temáticos como elementos diferenciadores del producto turístico global

 

Puente de Alcántara, icono y foco de peregrinación para los ingenieros civiles
Puente de Alcántara, icono y foco de peregrinación para los ingenieros civiles. Imagen: V. Yepes, 2016

YEPES, V. (2000). Los itinerarios temáticos como elementos diferenciadores del producto turístico global. Actas del V Congreso Internacional sobre Caminería Hispánica. Tomo II, pp. 1359-1372. AACHE Ediciones. Valencia, 17-22 de julio.

1      INTRODUCCIÓN.

El desarrollo tecnológico en las sociedades de consumo de los países desarrollados ha propiciado en las últimas décadas un aumento de la disponibilidad de tiempo libre para el ocio. Este período sobrante después del trabajo, el sueño y los quehaceres personales y domésticos ha permitido el auge de una gran variedad de actividades recreativas que permiten reparar la fuerza y la vitalidad de las personas y que puede incluir ocupaciones tan diversas como ver la televisión o pasar unas vacaciones en el extranjero (Boniface y Cooper, 1987). El turismo puede representar una de las facetas de las actividades recreativas, aunque también incluye desplazamientos no estrictamente vinculados con el ocio (convenciones, ferias, congresos, negocios, etcétera).

Turismo es un vocablo que procede del inglés tourist, y lo recoge por primera vez (ver Callizo, 1991) el Shorter Oxford English Dictionary en 1800 para designar a los que emprenden el grand tour, el viaje continental que todo joven inglés de cierta posición social debía culminar para completar su educación. Hacia 1811, la voz tourism hace referencia de manera explícita la teoría y la práctica del viaje, siendo el placer la motivación fundamental. Se puede comprobar cómo el nacimiento del turismo viene asociado, desde el primer momento, de forma indisoluble con el placer por recorrer una ruta.

El turismo, hoy día, se entiende como el conjunto de las relaciones y actividades producidos por el desplazamiento y permanencia de personas fuera de su lugar de residencia habitual, y su lugar de trabajo actual. Es una actividad económica de primer orden con grandes perspectivas de crecimiento. En el 2020 (ver Frangialli, 1998) se prevé una cifra anual de 1.600 millones de visitantes internacionales, con unos gastos superiores a 2 billones de dólares. Estas previsiones casi triplican la cifra de 612 millones de turistas internacionales registrada en 1997, y casi quintuplican el gasto por turismo, cifrado dicho año en 443.000 millones de dólares.

Sin embargo se vienen detectando en los últimos años nuevas tendencias en los turistas, especialmente en el ámbito centroeuropeo, que están asociadas a la creciente sensibilización ambiental de los ciudadanos. En el periodo de vacaciones estos turistas huyen de la monotonía de la vida cotidiana, del agobio de las grandes urbes, de la contaminación y buscan conocer otras formas de vida, recorrer, observar y conocer la naturaleza y otras culturas, etcétera. En definitiva, existe una tendencia creciente por la calidad ambiental y cultural.

El constante desarrollo del turismo en el mundo, su permanente evolución y los continuos cambios que experimentan las corrientes turísticas, hacen necesaria una organización adecuada y una adaptación a las nuevas tendencias del mercado con el fin de mantener la competitividad del sector. La ponencia va a ocuparse de los itinerarios turísticos, los factores determinantes de su transformación en productos turísticos y de cómo estos productos favorecen las estrategias de diferenciación, claves para la competitividad a largo plazo del producto turístico global.

2      LAS RUTAS TEMÁTICAS COMO FACTOR DIFERENCIADOR.

Una de las condiciones necesarias para la consecución de la competitividad y la sostenibilidad del producto es la diferenciación. Existe toda una amplia relación de factores que inducen al planteamiento, elaboración y ejecución de estrategias de diferenciación del producto turístico por parte de una organización de gestión de destino (ver Yepes y Amor, 2000) entre las que podríamos destacar la competitividad del producto a largo plazo, la desestacionalización, el factor de complementariedad, etcétera.

La aparición de nuevos productos turísticos basados en rutas o itinerarios turísticos supone la aplicación de estrategias que, en función de la topología de los productos en un espacio turístico, pueden favorecer la diferenciación respecto a los destinos competidores. Estas líneas de acción deben basarse en las apetencias y deseos proyectados en el medio y largo plazo por los consumidores turísticos, es decir, en la calidad entendida como la adecuación entre la oferta y la demanda. Entre estas estrategias posibles se podrían citar la de la especialización, la diversificación, la complementación, el afloramiento, el crecimiento y el lanzamiento entre otras. Sin embargo, para que ello sea posible, se debe de diseñar un producto capaz de ser comercializado desde el punto de vista turístico.

3      LOS ITINERARIOS COMO PRODUCTO TURÍSTICO.

Un itinerario turístico podría definirse como un recorrido, realizado mediante diferentes medios de transporte, que transcurre por diversos espacios, con unas paradas o puntos de interés y cuya finalidad es satisfacer las necesidades de los consumidores turísticos. Según esta definición, cualquier viaje o desplazamiento turístico no constituiría un itinerario o recorrido. Dado que existen situaciones ambiguas: una ruta por un sendero de unas pocas horas de duración podría ser catalogada como una simple excursión si la pernoctación no ha tenido lugar fuera del lugar habitual de residencia, o bien un recorrido turístico si forma parte de una de las actividades realizadas en un viaje turístico. Asimismo, un desplazamiento desde Londres a Benidorm realizado en un vuelo chárter no podría considerarse como un itinerario turístico frente a un viaje de cruceros realizado por el Mediterráneo con varias escalas.

Los itinerarios turísticos, por tanto, deben constituir una actividad claramente diferenciada de otras posibles durante el desplazamiento fuera del domicilio habitual del visitante. Ello no impide que en el transcurso del recorrido y sus paradas, las actividades de disfrute del tiempo libre y del ocio se compartan con otras complementarias. Así, un crucero turístico podría ser considerado como una ruta temática donde el principal componente es el viaje por el mar. Sin embargo, cada una de las escalas permite el conocimiento de una ciudad distinta, la realización de compras, degustación de la gastronomía local, etcétera.

Para que la actividad turística sea posible, deben existir atractivos capaces de movilizar a la demanda. Para ello son necesarios ciertos recursos turísticos que, transformados adecuadamente por la acción del hombre en productos susceptibles de su venta en el mercado, sean capaces de atraer a los consumidores turísticos por sí solos o por la conjunción de varios de ellos. Los recorridos con finalidad turística se caracterizan por la presencia de un motivo principal que constituye el recurso que justifica la realización de la actividad. La concordancia de estos recursos (naturales, históricos, urbanos, antrópicos, etcétera) con las demandas y preferencias de los turistas reales y potenciales es una de las razones más importantes del éxito de una ruta turística.

Las rutas tematizadas, en sus más diversas formas, son recursos turísticos que forman parte del conjunto de la oferta, constituyendo oportunidades muy interesantes como complemento de las modalidades turísticas ya consolidadas. No obstante, la puesta en marcha de este producto lleva pareja la necesidad de abordar una compleja problemática, en muchos casos completamente nueva, que permita ordenar correcta y eficazmente su presencia en el mundo del turismo.

La utilización de los itinerarios requiere cierto acondicionamiento en infraestructuras y obras que deben ser las mínimas necesarias para el desarrollo de las actividades. Los recorridos han de ser fruto de un esfuerzo previo de estudio y planificación que garantice no sólo el uso sino su viabilidad económica. El acondicionamiento precisa de la integración y preservación de los elementos inmuebles que acompañan la ruta tales como puentes, albergues, antiguos hospitales, etcétera, así como los lugares históricos por los que transcurre.

¿Pero es una ruta un producto turístico? Según Muñoz (1994), para que sea posible el turismo, se deben poner en juego dos grupos distintos de bienes y servicios. Por una parte los facilitadores, que ayudarán a la persona que quiere hacer turismo a hacerlo de la forma más cómoda posible (medios de accesibilidad, de acogida y estancia). Y por otra los medios incentivadores que incluyen todos los que se relacionan directamente con las actividades que el turista pretende realizar para cumplir los objetivos que se propuso durante su estancia en los lugares de acogida. Los recorridos turísticos serían, por tanto, bienes y servicios incentivadores, pero que precisan, necesariamente, de infraestructuras y empresas de transporte, alojamiento y otros que soporten la actividad.

Por tanto, un patrimonio natural o social susceptible de ser visitado debe movilizar la atracción suficiente sobre los turistas para convertirse en un recurso turístico. No obstante, sólo tendrá la consideración de producto turístico si es posible su comercialización a través de los agentes facilitadores correspondientes (ver Figura 1).

Producto turístico
Figura 1. Recursos turísticos

 

Sin embargo, los itinerarios como producto turístico presentan fortalezas y debilidades que, entre otras podrían ser la que exponemos a continuación (ver Grande y Soler, 1995).Los recursos, por tanto, están ahí, dispuestos a ser transformados por la acción del hombre en productos turísticos. Ello nos obliga a dimensionar sus posibilidades reales de negocio, factor éste determinante a la hora de planificar las acciones que han de llevarse a cabo. Es necesario pues hacer una previsión de coste de las inversiones iniciales necesarias para la adecuada puesta en funcionamiento de las rutas, costo y responsabilidad del mantenimiento de las infraestructuras. Al mismo tiempo debemos estudiar qué beneficios económicos puede generar y dónde o de qué manera los realiza, qué infraestructura turística básica necesitan y cual es la situación de los mercados sobre el producto (receptibilidad del público, competencia de otros destinos similares, canales de comercialización, potencialidad del producto, etcétera).

Los puntos fuertes de los itinerarios considerados como producto turístico (senderismo, vías verdes y otros) serían:

  1. Actualidad del tema: Es evidente que en estos momentos estamos asistiendo a una auténtica explosión de deseo de la población, principalmente urbana, por el cuidado y disfrute de la naturaleza y de los bienes culturales. Esta sensibilización y demanda de conocimiento provoca además una presencia constante en los medios de comunicación de informaciones sobre rutas y espacios de interés. Nos encontramos con una solicitud amplia y espontánea de consumo de este producto.
  2. Parte de la infraestructura ya está creada: Los caminos históricos, las rutas de montaña, las cañadas y vías pecuarias, etcétera, brindan una red viaria que, si bien, en los últimos tiempos está sufriendo un rápido y preocupante deterioro, permite disponer de la infraestructura básica prácticamente creada con la reducción de coste de inversión inicial. Así sólo sería necesario acondicionarla para su puesta en funcionamiento.
  3. Puede ser utilizado como recurso principal o secundario: Existen distribuidores turísticos especializados en la venta de paquetes basados en itinerarios turísticos. Pero, además ofrece una posibilidad extraordinaria de completar la oferta de ocio de otros destinos turísticos tanto de interior como de sol y playa, mejorando así el nivel de calidad y la competitividad de los productos.
  4. Es una actividad asequible: Cualquier persona sana puede realizar paseos por la naturaleza dimensionados a su capacidad física, sin una especial preparación técnica. A esto tenemos que sumar además el escaso equipo necesario, y su bajo coste, necesario para su práctica.
  5. Es una oferta diseminada: Se facilita la dispersión del visitante tanto por la gran variedad de lugares con potencialidades para su práctica.
  6. Permite la creación de puestos de trabajo específicos: Tanto más necesarios cuanto mayor es la complicación técnica de la modalidad. Esto resulta evidente en el turismo ecuestre, aunque el perfil de guía-acompañante o guía de la naturaleza de forma incipiente se va abriendo hueco entre los servicios demandados por los turistas.
  7. Sensibilización y educación ambiental: Se ofrece una oportunidad idónea para mejorar el nivel de respeto y conocimiento de nuestros turistas y de la población en general, sobre el medioambiente y su respeto y cuidado.
  8. Adecuación de una infraestructura de ocio utilizable con fines no turísticos: Con las ventajas sociales que ello supone. Del mismo modo puede generar un entorno nuevo, motor de desarrollo económico, reutilizando o compatibilizando el uso en recorridos creados con otros fines.

Se podrían señalar, asimismo, ciertas debilidades:

  1. Impactos que puede generar: Ninguna actividad es inocua y por tanto se debe analizar cuidadosamente el riesgo al que se somenten los espacios destinados los recorridos turísticos y su capacidad de carga real. El problema se agudiza al acceder a espacios muy sensibles. A esto se añade la posibilidad de impacto cultural sobre las poblaciones locales.
  2. Problemas derivados de la gestión y el mantenimiento: La infraestructura necesita, además de las inversiones iniciales, de una atención a su cuidado. Este papel no es siempre asumido por alguien y en ocasiones depende del voluntarismo de determinados colectivos con serias dificultades para su realización. Es necesario, en cualquier caso, no sólo proceder a la creación de la ruta, sino planificar de forma adecuada su perdurabilidad.
  3. Confusionismo en los tipos de itinerarios: Hay una excesiva disparidad de tipologías y de nombres y no digamos de señalización. Esto junto con una escasa información concreta para el público general, provoca un importante confusionismo. Es urgente abrir líneas de trabajo que estructuren y consigan homogeneizar de alguna manera estos aspectos.
  4. Necesidad de infraestructuras especiales: Además de los elementos básicos necesarios (creación de la ruta, señalización, alojamiento y manutención), en ocasiones se hace imprescindible contar con otros servicios de elevado coste y, frecuentemente, escasa rentabilidad. Así puede suceder con el tema de rutas a caballo de largo recorrido. O el problema del desplazamiento al inicio del sendero, o sobre todo del regreso al mismo, una vez finalizada la ruta.
  5. Dificultad de cobro de ciertos servicios: Entre ellos el propio uso del sendero. Es también escasa todavía la utilización del turista de servicios de guío o acompañante, en especial si llevan coste económico.
  6. Profesionalización del sector: A pesar de que se está realizando un esfuerzo importante en la mejora de la cualificación profesional, es todavía una de las principales deficiencias del sector, complicada si cabe por su falta de encuadre en el mapa laboral.
  7. La escasa integración de las rutas en el mercado turístico: En especial como recurso principal.
  8. La moda: Si bien antes comentábamos las ventajas que suponía la actualidad del senderismo y otras rutas temáticas en medios de comunicación, es importante reflexionar también sobre algunos problemas: a veces se informa de senderos no suficientemente adecuados o que no son capaces de soportar afluencias masivas de visitantes, y la creación de una excesiva red de rutas, sin valorar la demanda existente y los niveles hacia los cuales se pueden estabilizar.
  9. La falta de planificación global.

4      CARACTERIZACIÓN DE LOS ITINERARIOS TURÍSTICOS.

López (1999) estableció determinados aspectos para clasificar los itinerarios turísticos, a los cuales deberíamos añadir algunos más, de forma que se podrían caracterizar atendiendo a:

  • La longitud: un recorrido por el interior de un museo o una ruta urbana puede representar varios centenares de metros, que pueden alargarse a varios kilómetros si se practica el senderismo o incluso a centenares dependiendo del medio de transporte y la duración del itinerario.
  • El medio de locomoción: es un factor clave en gran parte de las características de la ruta. Puede realizarse a pie, a caballo, bicicleta, en coche, en carro, en globo, en barco, buceando, etcétera.
  • La temática: es muy variada con itinerarios botánicos, faunísticos, geológicos, fotográficos, patrimoniales, de compras, marítimos, deportivos, y muchos más.
  • Su topología: existen recorridos de marcado carácter nodal, donde el interés está en cada estación o escala de la ruta siendo la conexión entre los nodos simples transportes con menor o nulo interés (itinerarios urbanos para visita de museos, o ruta de las cavidades turísticas de una región). En otros tipos de rutas es el placer del recorrido parte intrínseca del disfrute (senderismo, cicloturismo, visitas a cascos de ciudades históricas, etcétera), aunque puedan ser de interés también cada una de las escalas.
  • La libertad del recorrido: pueden ser los recorridos guiados o bien autoguiados.
  • La temporalidad: los itinerarios permanentes pueden realizarse durante todo el año, mientras que los temporales sólo se realizan durante una época concreta, bien por cuestiones climatológicas, legales, de uso, y otras.
  • El medio que se recorre: itinerarios terrestres (rurales, urbanos, etcétera), acuáticos (marítimos, fluviales) y aéreos (viajes en globo y otros).
  • La especificidad: itinerarios generalistas y temáticos.
  • La organización: ciertas rutas pueden realizarse sin instalaciones específicas, sin estar sujetas a reglamentaciones y prácticamente en cualquier territorio, y otras requieren de lugares acondicionados y en ellas hay que guardar ciertas reglas.
  • La especialización: en función de si se precisa o no una habilidad concreta (recorridos submarinos, por ejemplo) para realizar la actividad turístico-recreativa.

5      LA SEÑALIZACIÓN COMO ELEMENTO BÁSICO EN LA CONFORMACIÓN DE LOS ITINERARIOS TURÍSTICOS.

La señalización turística (ver Yepes, 2000) se concibe como un servicio que se extiende sobre el territorio y cuya finalidad es cubrir las necesidades específicas e inmediatas de información que se plantean a los visitantes en el momento del disfrute de sus vacaciones, contribuyendo a su orientación en un espacio o lugar determinado, proporcionando un mejor y más rápido acceso a los servicios requeridos, así como una mayor seguridad en la realización de sus desplazamientos y de sus actividades.

La movilidad geográfica supone la existencia de flujos de grupos de individuos, de diferentes procedencias y pertenecientes a distintos caracteres socioculturales, que se desplazan de un lugar a otro muchas veces por motivos turísticos y de disfrute del tiempo de ocio. Esta serie de movimientos implica, en la mayoría de las ocasiones, el concepto de “lo nuevo”, es decir, que el recorrido y la estancia que se realizan transcurren en espacios, de algún modo, desconocidos por el visitante. Por tanto, ello comporta la exposición del turista a situaciones nuevas, partiendo de un desconocimiento morfológico y organizativo de estos lugares y, por consiguiente, trae consigo un cierto grado de incertidumbre, circunstancia que lleva al individuo a hacer frente a dudas y riesgos a la hora de decidir las actividades que va a realizar.

La actividad turística, para su óptimo desarrollo, precisa que el visitante sea capaz de comprender, en cierto modo, el entorno que configura la oferta de servicios. La señalización turística es una de las respuestas a dicha necesidad de conocimiento, que podrá ser considerado como superficial, utilitario, provisional y, por tanto efímero, pero que, a la vez, ha de ser unívoco, preciso, garantizado para todos los usuarios e inmediato para que sea realmente de utilidad.

En este sentido, una de las exigencias que debe cumplir todo diseñador de un sistema de señalización turística es la rigurosidad en cuanto a la inmediatez y la universalidad de la información. Se debe definir un sistema de señales o mensajes de comportamiento en el espacio. Debe servir para orientarse, esto es, para que cada individuo se oriente en función de sus motivaciones, sus intereses y sus necesidades particulares. Estas observaciones son fundamentales para comprender la especificidad de la señalización turística como sistema de información frente a otros medios y sistemas de comunicación colectiva, y que en muchas ocasiones no coincide con la señalización viaria habitual. En efecto, una señalización que pretenda adaptarse a las necesidades turísticas de un territorio, a parte de cumplir con determinadas normas técnicas que garanticen la seguridad vial -caso de encontrarse en vías públicas-, debe aportar ciertas características tales como la identificación del territorio y el refuerzo de la imagen turística de los destinos. Como se ha visto anteriormente, la diferenciación y cualificación de los productos y destinos turísticos es la base de su competitividad.

Todos los servicios de información y atención al consumidor proporcionados en el destino deben considerarse como un elemento más del producto turístico global, que, además, puede desempeñar un importante papel en la satisfacción del turista, su fidelización, así como en la rentabilización de su estancia.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, una adecuada señalización turística cumple las siguientes funciones:

  • Satisface las necesidades de información de los usuarios. Es, por tanto, un servicio posventa integrado con el resto de acciones de comunicación turística.
  • Pone de manifiesto la riqueza y diversidad de los recursos y servicios turísticos de un espacio, de tal modo que genera una imagen atractiva capaz de captar la atención del visitante. La función promocional se aborda desde un doble mecanismo:
    • Da a conocer al turista la presencia de diferentes servicios turísticos complementarios, lo que implica una mayor rentabilización de la estancia del turista por parte del sector.
    • Capta turistas en tránsito, bien de forma inmediata o en un futuro.
  • Difunde el patrimonio natural y cultural de un área, y promueve el aprecio y respeto de éste tanto por parte de visitantes como de residentes, cumpliendo una función formativa.
  • La señalización turística facilita también una función de articulación del territorio, susceptible de influir en la percepción y conocimiento del territorio tanto por parte del visitante como del residente.

Los itinerarios turísticos deben de balizarse y señalizarse adecuadamente por los motivos expuestos anteriormente. Es necesario un esfuerzo de simplificación y de normalización de la información y sus soportes para cada tipo de recorrido y de usuario.

 

6           APROXIMACIÓN A DISTINTOS TIPOS DE ITINERARIOS TURÍSTICOS.

Si bien un itinerario turístico debe propiciar la pernoctación para diferenciarse de las excursiones, a veces una misma infraestructura puede favorecer ambos tipos de actividades. A continuación destacaremos brevemente algunas de las características de determinados itinerarios que pueden ser soporte de una actividad turística, sin que ello pretenda constituir una clasificación cerrada y admitiendo que determinadas infraestructuras solapan usos diferentes: una vía verde puede ser a la vez una ruta cicloturista y ecuestre, por ejemplo.

6.1      VÍAS HISTÓRICAS.

Determinadas rutas históricas apoyadas en antiguas calzadas romanas o en redes de comunicación desarrolladas con posterioridad constituyen ejes que o bien soportan actividades de peregrinaje y turismo muy consolidados (Camino de Santiago, por ejemplo), o suponen motivos para desarrollar itinerarios con fines recreativos y turísticos aunque no transcurran exactamente por las calzadas y caminos originarios (Vía Augusta y otras). Vías históricas de este tipo constituyen un importante motivo para atraer a los turistas y visitantes tanto al destino final de la ruta como a sus escalas intermedias. Algunas de estas vías históricas, además de las mencionadas, pueden ser el Camino de la Plata o la Ruta del Cid.

Desde el punto de vista del visitante, estas rutas permiten por un lado recorrer lugares y alcanzar pueblos y destinos de elevado interés –en cuyo caso es poco relevante la propia conservación del itinerario histórico–. En otros casos, las infraestructuras históricas –caminos, puentes, etcétera–, suponen una parte de gran trascendencia en el atractivo que genera la ruta. Desgraciadamente, la red de caminos antiguos no está perfectamente identificada y las carreteras de nuevo trazado no restablecen las condiciones de continuidad de los anteriores tejidos territoriales (Nárdiz, 1997). Únicamente los puentes de piedra reciben algún tipo de valoración en los estudios de impacto ambiental. Por otro lado, tampoco sería adecuada la utilización de restos arqueológicos para vías turísticas sin una adecuada protección y mantenimiento.

6.2      CIRCUITOS TURÍSTICOS.

En ocasiones no existen recursos, tales como el disfrute de la playa o la estancia en un balneario, que motivan una larga permanencia del turista en un destino concreto. Sin embargo, es posible la existencia de conjuntos históricos, monumentales, culturales, artísticos o de otro tipo, que generen cortas estancias en distintos pueblos o ciudades. En la planificación de estos circuitos turísticos se debe definir claramente la cualidad intrínseca de las motivaciones de cada uno de ellos; sus elementos caracterizadores externos como su especificidad, equipamiento alojativo, accesibilidad, oferta de servicios complementarios, estado de conservación, etcétera; así como su valoración específica y su dimensión.

6.3      CORREDORES FLUVIALES.

Se trata de definir, precisar y establecer una completa trama de corredores fluviales y caminos o sendas ribereñas –incluidos los embalses–. En cada tramo fluvial se deberían indicar los puntos de acceso náutico recomendados y los obstáculos a tener en cuenta, el grado de dificultad de navegación, los puntos de etapa más convenientes, las distancias y duración estimada de cada tramo. Asimismo es fundamental establecer un plan de accesos selectivos al ámbito fluvial por parte de los vehículos motorizados, que deberían circunscribirse siempre a las carreteras asfaltadas existentes. Para estos viajeros más apresurados sería conveniente la dotación de áreas recreativas, miradores panorámicos, señalización y aparcamientos adecuados (ver Gabriel, 1998).

6.4      VÍAS FÉRREAS CAÍDAS EN DESUSO.

El abandono de antiguas líneas ferroviarias ha propiciado la opción de mantener y rehabilitar algunas de estas infraestructuras para su uso alternativo como corredores medioambientales y senderos de uso recreativo y turístico. Estas soluciones ya han sido abordadas en experiencias tales como los greenways en Estados Unidos con resultados altamente positivos. Con el nombre de Vías Verdes[1] se pretende la recuperación de itinerarios que, por su concepción para un uso ferroviario con suaves pendientes y curvas abiertas, permite una fácil accesibilidad y comodidad para una multitud de usuarios. La rehabilitación de la plataforma reservada del ferrocarril para tipos de transporte alternativos no motorizados (peatonal, cicloturismo, etcétera) supone ampliar las posibilidades de acceso al mundo rural y de generación de nuevas ofertas relacionadas con el desarrollo de un turismo blando y respetuoso con el entorno. Este Programa, coordinado por la Fundación de los Ferrocarriles Españoles (ver Aycart, 1996) contemplaría no sólo el acondicionamiento de la traza ferroviaria (más de 7.000 km en todo el territorio nacional), sino también el aprovechamiento de los edificios de las estaciones, naves, almacenes y demás instalaciones. En diciembre de 1999 se contaba con más de 750 km de trazados ferroviarios transformados en Vías Verdes, con una inversión cercana a los 5.000 millones de pesetas (sin incluir los costes de rehabilitación de edificios).

Los criterios de diseño que se establecen para los proyectos de acondicionamiento de estas líneas férreas deben ser (MOPTMA, 1995) la preservación del carácter natural de la línea con actuaciones blandas de poco impacto visual y ambiental, el equilibrio entre la seguridad y la comodidad del usuario, el diseño y mantenimiento que requiera poca inversión, la participación de organismos públicos y privados de ámbito local y gestión del pasillo mediante un órgano que regule las actividades culturales y ambientales.

6.5      VÍAS PECUARIAS.

Las vías pecuarias se definen como aquellas rutas o itinerarios por donde discurre o ha venido discurriendo tradicionalmente el tránsito de ganado. Otras denominaciones recibidas son las de cabañeras, azagadores, ramales, caminos ganaderos, carreradas, galianas o traviesas entre otras, pero con carácter general, cuando no sobrepasan los 75 m de anchura reciben el nombre de cañadas, cuando no exceden de 37,5 m se llaman cordenes, y cuando son inferiores a 20 m se denominan veredas. En España, este patrimonio tiene una longitud superior a los 125.000 km. La Ley 3/1995 de 23 de marzo considera a las vías pecuarias como bienes de dominio público de las Comunidades Autónomas, señalándose que estas infraestructuras lineales pueden ser destinadas a otros usos compatibles y complementarios a los agropecuarios permitiendo y fomentando actividades deportivas y de ocio. Estas actividades, gracias al uso que hacen de los senderos, permiten su conservación y mantienen su carácter de interés general. Sin embargo, y aunque su utilización para usos alternativos puede potenciar otras actividades compatibles, culturales, educativas y de ocio convirtiéndolos en medios útiles para fomentar actividades económicas, existen algunas dificultades como problemas de titularidad incluso entre distintas administraciones y su concurrencia en numerosas ocasiones como elementos pertenecientes a dominio público con otros patrimoniales.

6.6      RUTAS ECUESTRES.

Constituyen una modalidad de senderismo deportivo que motiva la práctica del turismo ecuestre. Como criterio general, estos recorridos se diseñan atendiendo a que éstos sean practicables, sin grandes dificultades, por jinetes de nivel medio. Estos senderos deben contar, además del recorrido, con infraestructuras de apoyo para jinetes y cabalgaduras, así como para los elementos de transporte y estancia específicos. También es de gran importancia su señalización y balizamiento atendiendo a las normas internacionales, siendo supervisadas y aprobadas por los organismos federativos correspondientes.

 

6.7      SENDERISMO DEPORTIVO.

El senderismo como actividad de recorrido de rutas que nació hace más de 150 años de la mano de los naturalistas y cartógrafos, pasó con el tiempo del simple hecho de ascender a cumbres, con fines únicamente deportivos y de ocio, al de recorrer los espacios de la montaña con finalidades más amplias. Hoy no sólo se puede hablar de una perspectiva deportiva, sino que en su vertiente más abierta hacia el gran público, reúne connotaciones culturales, medioambientales, de ordenación territorial y lógicamente turística.

El diseño de un sendero, desde un punto de vista deportivo, normalmente sigue los criterios establecidos por la Asociación Europea de Senderismo, de la que forman parte distintas asociaciones deportivas españolas. Así, éstos se pueden clasificar en senderos internacionales (E), de gran recorrido (GR) y de pequeño recorrido (PR). En España se encuentran en este momento balizados unos 14.000 km frente a los 142.000 km de Francia o los 187.000 km de Alemania, lo cual indica el potencial de crecimiento en este tipo de rutas.

Existen interrogantes acerca de la utilización de los senderos (ver Moreno et al., 1997), -que podrían generalizarse a otras tipologías de rutas- empezando por el correcto uso de los mismos (mal uso por motos, vehículos todo terreno, etc.; conflictos con la población autóctona, falta de educación ambiental, carencia de control y cuidado de los espacios, ausencia de señalización e infraestructuras suficientes, falta de legislación específica, entre otros).

6.8      RUTAS ECOTURÍSTICAS.

Los itinerarios en los espacios naturales tratan de satisfacer la demanda de unos visitantes que, además del descanso y el disfrute de la tranquilidad que estos espacios ofrecen, desean contemplar los paisajes, observar la fauna  y la flora y admirar los elementos del patrimonio cultural y etnológico pasado y presente. Estas rutas facilitan el aprendizaje de los turistas al promover actividades educativo-culturales, y por otro lado potencian no sólo el desarrollo local sostenible sino también la propia conservación del espacio natural. Sin embargo, la planificación de este tipo de itinerarios debe minimizar los conflictos entre la visita y la conservación de los espacios, lo cual implica un conocimiento claro de la capacidad de carga tolerable en cada caso.

Algunas recomendaciones sobre el diseño de itinerarios sostenibles (López, 1999) indican la conveniencia de recorridos circulares en vez de lineales, de contar con puntos de observación y escenas panorámicas, de diversificar el número posible de escenarios naturales o sociales, de contar con un número adecuado de paradas, de disponer de algún tramo con cierta dificultad para estimular la aventura, pero sobre todo, de informar adecuadamente a los visitantes no sólo de las normas que deben seguirse para no impactar negativamente en el medio, sino también para conseguir la integración con el medio visitado y su conocimiento.

6.9      SENDEROS PARA CICLISTAS.

mountain-bikers-55372_960_720En este apartado deberían considerarse los usos lúdicos de la bicicleta y los deportivos. Los primeros atenderían a los usos recreativos, que requieren para ello de las adecuadas infraestructuras que pueden discurrir en o entre las ciudades –carriles bici–, o bien como parte de otra estructura acondicionada –vía verde, por ejemplo–. Los circuitos de competición requieren ciertas normas dictadas tanto por la Real Federación Española de Ciclismo como por la Unión Ciclista Internacional.

Esta modalidad de transporte permite redescubrir los espacios muertos que, entre destino y destino, pasan a convertirse en una fría y esquemática cantidad de horas de transporte. Ecológico por excelencia, este vehículo de transporte reúne todas las condiciones para realizar auténticos viajes: velocidad limitada que permite el disfrute del paisaje e imposibilidad de programar totalmente el viaje. No en vano numerosas publicaciones atienden a la demanda de este tipo de viajero.

6.10   TRAVESÍAS NÁUTICAS.

Los recorridos turísticos también pueden realizarse en el mar. En este sentido, desde modalidades de cabotaje a las travesías en alta mar, son muchas y variadas las formas de realizar viajes náuticos. En efecto, desde pequeños viajes en pequeñas embarcaciones que busquen simplemente el placer del contacto directo con el mar, a desplazamientos a lugares donde realizar recorridos subacuáticos, o grandes cruceros turísticos. En éste último caso (ver Yepes et al., 2000), nos encontramos ante un sector que registra altos índices de crecimiento, sobre todo en el ámbito mediterráneo. Los cruceros constituyen recorridos turísticos donde la infraestructura de alojamiento y transporte se unen, siendo el propio viaje y las escalas razones que justifican plenamente la actividad turística.

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7      CONCLUSIONES.

A modo de conclusión, la ponencia ha tratado de enmarcar los itinerarios turísticos dentro de lo que supone el producto turístico global de un destino. Para que ello sea posible, es necesaria la consideración de las rutas como productos turísticos susceptibles de ser comercializados. Ello supone una estrategia clara que conducirá a la diferenciación del producto turístico global, lo cual añadirá competitividad a largo plazo a un espacio turístico. También se ha abordado la caracterización de los itinerarios turísticos y a su clasificación, indicando aquellas fortalezas y debilidades. Este diagnóstico nos indica grandes posibilidades que existen debido, entre otras causas, a las nuevas tendencias en los deseos y expectativas de los consumidores turísticos. Sin embargo surgen problemas tales como la titularidad de los caminos, la necesaria inversión y mantenimiento así como otras circunstancias que inciden directamente en la conservación y respeto al medio social y natural, y otras más, que obligan a una adecuada planificación de cualquier ruta o itinerario que busque su comercialización como producto turístico.

 

8      REFERENCIAS.

BONIFACE, B.G.; COOPER, CH.P. (1987). The Geography of Travel and  Tourism. Ed. William Heinemann, Londres.

CALLIZO, J. (1991). Aproximación a la geografía del turismo. Ed. Síntesis. Colección Espacios y Sociedades. Serie General, nº 21. Madrid. 215 pp.

GABRIEL, J. (1998). Por una red (ecoturística) de corredores fluviales españoles. Actas de las II Jornadas sobre Turismo de Embalses. Castuera, 6, 7 y 8 de mayo de 1997. Ed. Ceder La Serena, pp. 67-77.

GRANDE, J.; SOLER, J. (1995). Posibilidades turísticas de los senderos. Actas de las Jornadas de senderismo y desarrollo turístico. Planificación y señalización. Logroño, 29 y 30 de noviembre, 1 de diciembre de 1995. 137-140.

FRANGIALLI, F. (1998). Mirando la bola de cristal. Revista Valenciana d’Estudis Autonómics, 25: 7-12.

LÓPEZ, R. (1995). Gestión y mantenimiento de senderos. Actas de las Jornadas de senderismo y desarrollo turístico. Planificación y señalización. Logroño, 29 y 30 de noviembre, 1 de diciembre de 1995. 181-200.

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[1] No obstante, según la Asociación Europea de Vías Verdes (AEVV), éstas son “infraestructuras desarrolladas sobre vías de comunicación autónomas, antiguas o fuera de servicio, reservadas al tráfico no motorizado”, y por tanto no es un concepto exclusivo del acondicionamiento de líneas férreas.