Intervención en una playa: justificación y técnicas

Playa de Almadrá (provincia de Castellón). Imagen: (c) V. Yepes

¿Hay que adoptar algún tipo de estrategia para defender nuestras playas de la regresión, del previsible cambio climático, de las agresiones sufridas por una mala planificación? Es evidente que si queremos preservar la biodiversidad de este medio y la importancia económica que proviene del turismo, hay que buscar soluciones que compatibilicen todos estos problemas, siendo probablemente la estrategia de “no hacer nada” la peor de todas ellas.

Una playa, en su estado “normal”, no necesita ningún tipo de intervención. El propio Ministerio de Medio Ambiente (2008) en un documento denominado Directrices sobre actuaciones en playas establece que una playa se encuentra en su estado “normal”, cuando su comportamiento sólo está condicionado por los agentes y el medio natural, sin coacciones de origen humano o aquellas que teniendo actuación humana en su modelado, el tiempo transcurrido es tal que la población considera este estado como el propio de la playa. Para que el funcionamiento dinámico de las playas sea el correcto, a grandes rasgos deben darse dos condiciones:

  • La existencia de una fuente estable que aporte los sedimentos que las forman.
  • La libertad para que los sedimentos (arena o grava) se puedan mover a lo largo de la costa, y también en sentido transversal a la orilla, dentro del perfil completo de la playa.

Por tanto, la necesidad de actuar en una playa se debe, entre otras posibles causas, a que pertenecen a una unidad morfodinámica donde su comportamiento está coaccionado por acciones de origen antrópico, habiéndose perdido alguna de las siguientes condiciones: (1) defensa costera, (2) hábitat y (3) zona de ocio. Además, el funcionamiento dinámico de las playas es inadecuado cuando no existe una fuente estable de sedimentos que alimente al sistema, y además, existen barreras que impiden el libre transporte sólido litoral.

Hay barreras artificiales que no pueden eliminarse y retrotraerse a su estado original y que imposibilitan el libre tránsito de los sedimentos. En este caso se encuentran muchos puertos españoles. El resto de barreras, constituidas fundamentalmente por espigones, dificultan el transporte sólido litoral. Estas obras, de carácter “duro”, han influido fuertemente en la capacidad de adaptación dinámica de numerosas subunidades morfodinámicas. Cualquier actuación sobre unl tramo debería eludir, en la medida de lo posible, las obras encaminadas a cristalizar más la costa. Este tipo de medidas, fundamentalmente los espigones, solucionan localmente un problema, pero lo empeoran a nivel global.

Efectos de un espigón en el transporte sólido de sedimentos
Efectos de un espigón en el transporte sólido de sedimentos

En cuanto a las fuentes de sedimentos, el represamiento de los ríos ha provocado que los aportes de material hayan decrecido, provocando una gran erosión en los deltas de las desembocaduras fluviales. Así por ejemplo, las presas en los ríos Millares, Palancia, Turia, Xúquer, Serpis y otros almacenan unos 600.000 m3/año que se detraen de la dinámica litoral (Yepes y Medina, 2005). Además, otras circunstancias han detraído volúmenes importantes de sedimentos de la dinámica litoral: la extracción incontrolada de arenas, la urbanización próxima a la costa, la inmovilización de sedimentos bajo obras (viviendas, paseos marítimos, etc.), la ocupación y destrucción de sistemas dunares, etc. (EUCC, 2003).

¿Qué podemos hacer cuando existe un truncamiento en la dinámica litoral de un tramo de costa?

Las soluciones técnicas que pueden plantearse son de dos tipos:

  1. Reposición artificial del transporte, salvando la discontinuidad. Es decir, si el transporte sólido litoral va de norte a sur y queda interrumpido por una barrera artificial, la solución pasa por trasvasar los sedimentos de la zona acumulada al norte al sur, para reponer la transferencia natural.
  2. Eliminar el obstáculo o la discontinuidad. Esta solución a veces es imposible de aplicar, porque la barrera puede ser irreversible, como es el caso del puerto de Sagunto.

Otro problema distinto es proteger un tramo de costa que se encuentre en franca regresión. La mejor defensa de una playa es una playa. Esta premisa indica que la regeneración artificial es la solución blanda por excelencia, donde se trata de suplir en algunos tramos el déficit de aportes. Sin embargo, como veremos a continuación, no siempre se considera esta solución como la mejor posible, gozando esta solución de mala prensa no siempre totalmente justificada. Con todo, en este caso, se podrían utilizar dos técnicas empleadas habitualmente en la ingeniería costera:

  1. Alimentación artificial sin sujeción: donde se vierten arenas sobre la playa seca sin emplear estructuras que sujeten o reduzcan la energía del oleaje. Esta técnica requiere de recargas periódicas.
  2. Alimentación artificial con sujeción: se vierte arena y se introducen estructuras para sujetar o reducir la energía del oleaje. En este caso, se alargan los periodos de recarga.

En el caso de optar por una alimentación artificial, el siguiente problema a resolver es encontrar fuentes de sedimentos adecuadas. Podrían plantearse los siguientes casos:

  • Sedimento de origen marino: es el más adecuado, pues permite compatibilizar los sedimentos originales con los aportados. En este caso se podrían extraer los sedimentos de otra playa (emergida o sumergida) o bien de fondos marinos fuera de la dinámica litoral, pero donde puedan llegar las actuales dragas. En cualquier caso, siempre que no existan afecciones ambientales (Posidonia oceanica, etc.).
  • Sedimento continental o artificial: no es recomendable salvo en ocasiones excepcionales, pues la sedimentación continental difiere de la marina, pudiendo existir incompatibilidad. En el caso de sedimentos artificiales, procedentes de cantera, suponen diámetros altos, siendo más gravilla que arena, lo cual puede provocar cierto rechazo por los usuarios de las playas.

En ocasiones se ha optado por una reposición artificial, con alimentación artificial con sujeción, usando sedimentos procedentes de un trasvase de arenas vía terrestre. Independientemente de otras consideraciones, este tipo de actuación presenta como ventajas la actuación cuando se trata de medidas urgentes, con volúmenes bajos de arena. Con carácter general, este tipo de técnica presenta como inconvenientes su coste elevado, el impacto en el tráfico urbano, la emisión de polvo, el impacto sonoro, el riesgo de accidentes, el deterioro de las vías de acceso y los plazos de ejecución.

En apretada síntesis, la erosión de la costa se produce cuando hay una alteración de la dinámica litoral que puede deberse a una disminución en los aportes de sedimentos y a la presencia de barreras al transporte (diques, escolleras, etc.). Las actuaciones que pueden remediar la situación en un punto en numerosas ocasiones acaban perjudicando a otros. La regeneración y la estabilización de las playas pueden paliar el riesgo de erosión, pero sus resultados son variables. La desaparición de especies en fondos marinos, la reducción de sedimentos procedentes de los ríos la desaparición de cordones dunares que permitían laminar el equilibrio dinámico y la barrera que supone la urbanización de la costa complican este proceso. Una actuación que simplemente ataque a los síntomas (regeneración de arenas cuando faltan) pero que no solucione las causas (evitar los procesos de erosión) provocan dinámicas poco eficientes incluso a corto plazo.

Referencias:

EUCC (2003). Trends of Coastal Erosion in Europe. Report of EUROSION Project, Leinden (NL), June 2003, 108 pp.

MINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE (2008). Directrices sobre actuaciones en playas

YEPES, V.; MEDINA, J.R. (2005). Land Use Tourism Models in Spanish Coastal Areas. A Case Study of the Valencia Region. Journal of Coastal Research, 49: 83-88.