Como editor, autor y revisor en varias revistas científicas indexadas, constato una avalancha imparable de envíos de artículos científicos que se ha desbordado en estos últimos meses. No se puede afirmar categóricamente que esto se deba al confinamiento obligado de muchos colegas con motivo de la pandemia. Puede ser que muchos hayan encontrado un hueco para escribir y mandar ahora los artículos.
Me temo que la explicación es mucho más profunda y se debe a la presión existente en publicar como sea, lo cual nos lleva a cierta inflación que, seguro, no es buena para el desarrollo y transmisión del conocimiento científico. Sea la explicación ésta o cualquier otra, lo cierto es que se constata un desbordamiento en el número de artículos remitidos a las revistas.
La consecuencia es inmediata. Aumenta el trabajo de los editores y se necesita un número creciente de revisores de calidad que permitan filtrar mínimamente los trabajos. Como la solución no es sencilla, lo que ocurre es que están rechazándose un número elevado de manuscritos a los autores sin, siquiera, pasar el filtro de la revisión. Como editor me he visto obligado a devolver una gran cantidad de trabajos que, en numerosas ocasiones, no presentan novedades relevantes, son segundas partes de artículos anteriores publicados, la metodología no es transparente o los datos manejados son confusos o inexistentes, siendo muy difícil reproducir por parte de un investigador independiente los resultados. No son contadas las veces en las que ni siquiera se explicita la pregunta de investigación, ni se discuten los resultados con los obtenidos por otros investigadores. En no pocas ocasiones las referencias citadas se encuentran en un idioma de difícil comprensión internacional (chino, ruso, árabe, etc.) o, incluso, se basan en páginas web que aparecen y desaparecen por arte de magia (he visto varias veces, por ejemplo, citar la Wikipedia). También es habitual un porcentaje muy alto de autoplagio cuando se pasa el documento por un detector de plagios. Por último, suele ocurrir que la redacción en inglés es muy mala, sin una revisión previa por parte de un nativo especialista en publicaciones científicas. Esta falta de estilo es injusta para aquellos trabajos serios que mejorarían, sin duda, tras un debate y enriquecimiento atendiendo a revisores de calidad.
En el caso de que la investigación sea buena, un defecto en el estilo del artículo científico se puede subsanar con una revisión profunda y proactiva de un revisor experimentado. Si esto ocurre, todos salimos beneficiados. El trabajo se comunica, es claro y se despejan las dudas del lector. Muchos autores, entre los que me incluyo, agradecemos enormemente una revisión seria y profunda de nuestros trabajos científicos.
Como revisor, he visto en los últimos meses una avalancha de peticiones por parte de las revistas científicas para realizar la revisión de muchos artículos. Normalmente recibo entre 1 y 2 peticiones casi todos los días. Al principio trataba de atender la máximas posibles, pero un trabajo riguroso supone muchas horas dedicadas a esta tarea. Horas que, salvo con alguna excepción, no se reconocen. Desgraciadamente, solo un porcentaje pequeño de artículos son realmente buenos y te permiten aprender y disfrutar del trabajo bien hecho. Todo lo anterior lleva a tener que renunciar a un porcentaje alto de invitaciones recibidas.
¿Qué ocurre entonces con la revisión? Si faltan revisores de alta cualificación en un campo determinado, hay que buscarlos donde los haya. Eso lleva a que algunos artículos, incluso de revistas de gran impacto, estén realizando revisiones con científicos jóvenes o con otros con experiencia en otros campos. El resultado puede ser de lo más variopinto. Desde críticas poco argumentadas, sin aportar beneficios a la mejora del artículo, a revisiones donde las críticas no existen, apuntando solo cuestiones menores y poco significativas. Este tipo de revisiones suelen verse en editoriales donde existen rebajas económicas si se revisan muchos artículos para publicar en abierto.
Por tanto, el trabajo de revisión de artículos científicos, si se quiere hacer con profundidad, supone la aceptación de pocas invitaciones, seleccionando mucho los temas y las revistas. Un trabajo, al que se dedica muchas horas y, normalmente, es poco reconocido. Bueno, salvo en alguna ocasión. Dejo abajo un reconocimiento que recibí estos días que fue una auténtica sorpresa.