Las metodologías didácticas conforman uno de los pilares básicos e indispensables de los proyectos formativos. Éstas han evolucionado con los años y son muchas las recopilaciones que se hacen de ellas. La expresión “método” constituye un término excesivamente amplio y heterogéneo que se ha empleado como cajón de sastre en el que cabe desde la forma de afrontar los contenidos, los estilos de organización del grupo de alumnos, el tipo de tareas o actividades de aprendizaje o el estilo de relación entre las personas, entre otros componentes.
En lo que sigue se utilizará el concepto de método docente en su sentido más amplio. Éstos pueden clasificarse de diversas formas, atendiendo a determinadas características no excluyentes. Así, García-García (2002) los clasifica:
- Por la forma de razonamiento: deductivos, inductivos, analógicos o comparativos.
- Por la coordinación de la materia: lógicos o psicológicos.
- Por la concretización de la enseñanza: simbólicos o verbalísticos e intuitivos.
- Por la sistematización de la materia: rígida o semirrígida y ocasionales.
- Por la actividad del alumnado: activos y pasivos.
- Por la globalización de los conocimientos: globalizados o especializados.
- Por la relación entre profesor y alumno: individuales, recíprocos y colectivos.
- Por el trabajo del alumno: individual, colectivo o mixto.
- Por la aceptación de lo enseñado: dogmáticos o heurísticos.
En virtud de estos criterios, los métodos centrados en la tarea del profesor son: deductivos, lógicos, simbólico‑verbalísticos, de sistematización rígida, pasivos, de especialización, colectivos y dogmáticos. Son métodos para la enseñanza. En cambio, los métodos centrados en la tarea del alumno son: inductivo‑analógicos, psicológicos, intuitivos, de sistematización semirrígida u ocasionales, activos, de globalización, recíproco‑colectivos y heurísticos. Son métodos para el aprendizaje y constituyen la base de la formación que se está propiciando en el marco del Espacio Europeo de Educación Superior.
En mi opinión, los métodos idóneos para un eficaz proceso enseñanza-aprendizaje serían los interactivos, que se fundamentan en la corresponsabilidad de profesor y estudiantes en el proceso, luego son intermedios entre los dos anteriores. Sin embargo, no es correcto clasificar los métodos en “buenos” o “malos”, pues pueden funcionar según sea la naturaleza y el estilo del trabajo a desarrollar. Las propias disciplinas condicionan el uso de las distintas técnicas docentes, demandando cada una de ellas condiciones diversas.
Antes de abordar los criterios de selección de las técnicas docentes, en los que se apoya la propuesta concreta recogida en los programas de las asignaturas, se describen, a modo de ejemplo, dos de las posibles clasificaciones de dichas técnicas. Brown y Atkins (1988) clasifican los métodos formativos de forma continua (ver Figura). En un extremo se encuentran las lecciones magistrales, con una participación y un control del estudiante mínimos. En el otro extremo se sitúa el estudio autónomo en el que la participación y el control del profesor son usualmente mínimos. Con todo, se debe resaltar que incluso en cada uno de los extremos hay algo de control y participación por parte del profesor y del alumnado. Así, por ejemplo, en la lección magistral los estudiantes pueden elegir qué apuntes tomar o qué preguntas plantear. El aprendizaje autónomo puede asimismo estar influenciado por las indicaciones del profesor, los materiales, las tareas y los textos que se le han recomendado.
En una zona intermedia se encuentran los métodos basados en la enseñanza en grupos pequeños, el trabajo en el laboratorio y la investigación individual o supervisión de proyectos. La localización precisa de estas últimas técnicas no es fácil, pues cada uno incluye una gran variedad con distintos grados de participación del profesor y del estudiante. Por ejemplo, el aprendizaje en pequeños grupos puede estar muy estructurado y controlado por el profesor, o puede consistir en una discusión libre en la cual el docente interviene esporádicamente. De la misma forma, el trabajo de laboratorio puede consistir en experimentos rutinarios especificados por el profesor o un conjunto de investigaciones tuteladas en las que el estudiante desarrolla las hipótesis a probar, elige los métodos y diseña los experimentos más convenientes. Con todo lo expuesto entiende cómo los condicionantes particulares, como son el tamaño del grupo o las características de la asignatura, pueden modificar la elección del tipo de metodología que debería emplearse en cada uno de los casos.
Métodos docentes según el modo de razonamiento
Un profesor emplea el método deductivo cuando transmite el conocimiento siguiendo una línea argumental que fluye de lo general a lo particular. Este método docente se ha empleado tradicionalmente en la enseñanza de la Ingeniería Civil y en muchas otras enseñanzas universitarias. La presentación de conceptos y principios generales que se van particularizando está muy ligada a la técnica expositiva de la lección magistral. En la docencia de las asignaturas esta sistemática se emplea en aquellos temas que establecen unos principios generales (por ejemplo técnicas de planificación de obras) para posteriormente particularizarlos en casos concretos (programación de una obra).
En otras ocasiones se requiere un método inductivo para generalizar los casos particulares. Esta forma de razonamiento es muy común en la enseñanza de las ciencias cuando se quiere definir una determinada ley científica a partir de observaciones empíricas. La inducción se emplea con éxito en otras disciplinas, sobre todo cuando en conjunción con el método intuitivo explicado más adelante. Este método se utiliza, por ejemplo, cuando en el primer tema del curso se explica la importancia de los procedimientos constructivos partiendo de un caso real ampliamente conocido (por ejemplo la infraestructura del metro de València).
A veces se lleva al estudiante de un caso particular a otro para establecer comparaciones y llegar a una conclusión por semejanza. Se trata del método analógico o comparativo, muy empleado cuando se trata de introducir al alumno algún concepto aprovechando sus conocimientos previos. Un ejemplo sería aquel que para explicar la curva de la fiabilidad de una máquina se emplean analogías de tipo biológico.
Métodos docentes según la coordinación de los conceptos
Cuando se sigue un orden de causa-efecto, tenemos un método lógico, bien por razonamiento deductivo o inductivo, tal y como se ha explicado en el punto anterior. En cambio, se puede utilizar un método psicológico cuando la presentación se basa en las experiencias más cercanas al estudiante, yendo de lo concreto a lo abstracto. Los alumnos de Grado suelen agradecer más la enseñanza que parte de lo concreto. Sin embargo, en los alumnos de Máster, es posible utilizar métodos que se basen más en lo abstracto.
Métodos docentes según el modelo de presentación
La técnica expositiva de la lección magistral se basa fundamentalmente en el método simbólico, basado en el uso de la palabra o la escritura. En cambio, se puede utilizar un método intuitivo cuando la docencia se imparte a partir de cuestiones tratadas. En general, lo ideal sería que todas las clases se realizasen a través de la experiencia directa, como ocurre en una práctica de laboratorio o en una visita de obra. Sin embargo, esto no siempre es posible por múltiples razones. Con todo, los medios audiovisuales y el acceso a internet permiten suplir de alguna forma esta carencia. La combinación de diversas técnicas docentes basadas en lo simbólico y en lo intuitivo, para explicar una determinada lección resulta ideal, cuando ello es posible.
Métodos docentes según la programación de la materia
Cuando se pretenden alcanzar los objetivos docentes de una forma inflexible, siguiendo una programación predefinida de antemano, se atiende al método sistemático. Por el contrario, el método ocasional aprovecha los hechos coyunturales o las sugerencias del alumnado para abordar un tema que pueda resultar de interés. En las Escuelas Técnicas suele ocurrir que el contenido de las materias supera ampliamente al número de créditos asignados para impartirlas. Sin embargo, la realidad motiva especialmente a los alumnos ante acontecimientos tales como el derrumbe de viviendas durante la construcción de Metro de Barcelona u otros acontecimientos similares que permiten alterar en algunos casos el orden de exposición de los temas. El método ocasional puede emplearse en mayor medida en otras asignaturas optativas o de libre elección para profundizar más en una parte u otra del programa de la asignatura en función de los requerimientos del alumnado.
Métodos docentes según la actividad del alumno
El método pasivo es aquel en el que el profesor se convierte en un emisor de información y los alumnos en meros receptores. En estas circunstancias, la exposición trata de cubrir todos los contenidos prefijados de antemano. Curiosamente se ha constatado en la E.T.S. de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de València cómo los alumnos recién ingresados se quejan más de aquellas asignaturas donde los profesores “obligan a pensar”, frente a otras donde se sigue el método pasivo tradicional. Por el contrario, el método activo implica la participación del alumno en la tarea docente. La actitud didáctica y del profesor es fundamental, sobre todo cuando el grupo empieza a ser numeroso. Las asignaturas deben favorecer la participación del alumno con algunas técnicas sencillas como las preguntas abiertas dirigidas a la clase y la participación individual o en pequeños grupos en el planteamiento y resolución de algunos problemas. Asimismo, técnicas como el trabajo individual o en grupo sobre determinados temas con su exposición pública y posterior discusión y debate se emplean como parte del método activo y como forma de complementar la evaluación del alumno.
Métodos docentes según el trabajo del alumno
El método de trabajo individual permite que cada alumno desarrolle tareas diferenciadas, mientras que el profesor le orienta en sus dificultades. En este caso, el profesor puede explorar al máximo las posibilidades de cada alumno, sin embargo no se favorece el trabajo en equipo ni se aprende de las dificultades o puntos de vista de otros. El método de trabajo colectivo implica la colaboración entre alumnos para el desarrollo de una tarea. Supera los inconvenientes del trabajo individual pero requiere un mobiliario específico en el aula y una preparación adecuada del profesor. El punto débil del método es que no posibilita las peculiaridades personales de cada alumno. En las asignaturas que conforman este proyecto docente se plantea con un método docente mixto, para favorecer la socialización y la individualización del alumnado.
Métodos docentes según la aceptación por parte del alumno
Cuando el profesor impone al alumno aprender sin discusión alguna aquello que le enseña, está empleando el método dogmático. Esta forma de proceder parece que debería desterrarse siempre. Sin embargo, no toda la fuente de conocimiento puede establecerse mediante relaciones lógicas. Un ejemplo sería la corrección de una fórmula matemática deducida según un modelo teórico pero que debe ser modificada atendiendo a aspectos experimentales. El método heurístico se emplea cuando el alumno comprende nuevos conceptos desarrollando sus capacidades lógicas y teóricas, basándose en sus conocimientos y experiencias previas. Siempre que es posible, en las asignaturas objeto del presente proyecto docente se utiliza éste último método docente.
Métodos docentes según la relación profesor-alumno
La docencia puede impartirse a un solo alumno con el denominado método individual. El método recíproco es aquel mediante el cual el profesor se sirve de algunos alumnos, en general los más aventajados, para que enseñen a sus compañeros. Estos métodos no suelen emplearse en la docencia universitaria, si bien en las tutorías del profesor o en el ámbito de las relaciones particulares entre compañeros puede desarrollarse. La realidad universitaria impone el método colectivo de docencia, donde el profesor atiende a un grupo más o menos numeroso de alumnos. Si bien existen razones económicas que obligan a dicha práctica, tampoco es menos cierto que este método impide el desarrollo social y personal del alumno, limitando el enriquecimiento de las experiencias u observaciones del colectivo. Otra ventaja del método colectivo es el aprendizaje del trabajo en grupo, básico en el futuro profesional. Sin embargo, el problema normalmente reside en el numeroso contingente de alumnos. La solución se encuentra en el complemento metodológico individual o colectivo reducido en tutorías, seminarios o trabajos individuales o en pequeños grupos.
Referencias:
Brown, G.; Atkins, M. (1988). Effective Teaching in Higher Education. Methuen. London.
García García, A. (2002). Proyecto Docente. Concurso de Acceso a Plaza de Catedrático de Universidad. Universitat Politècnica de València.
Yepes, V. (2017). Proyecto Docente. Concurso de Acceso a Plaza de Catedrático de Universidad. Universitat Politècnica de València.
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