
El turismo litoral es una actividad de gran trascendencia social y económica en España que se apoya en recursos naturales críticos, como la arena de las playas y el espacio litoral. Este espacio costero está sometido a una gran presión por parte de distintos usos, por lo que es necesario un adecuado planeamiento territorial y urbano que permita mantener a largo plazo todas las actividades (Yepes, 2012). Estas consideraciones adquieren una relevancia especial en el caso del turismo, donde la pérdida de atractivos y el deterioro paisajístico y medioambiental pueden hacer que disminuyan los flujos de visitantes. A ello se suma la madurez alcanzada por el producto masivo e indiferenciado de «sol y playa», que debe adaptarse al nuevo consumidor, más informado y exigente, y que prefiere un turismo alternativo y medioambientalmente sostenible.
Sin embargo, la presión urbanística generalizada del territorio costero no se puede atribuir exclusivamente al turismo. De hecho, uno de los problemas fundamentales del sector es la reducción de la dimensión turística de los destinos litorales en favor de actividades como la segunda residencia y la construcción, que son sectores menos innovadores y que más territorio consumen que los propios servicios turísticos. Así, algunas estimaciones realizadas en la Comunitat Valenciana cifran en más de dos millones las plazas de potencial uso turístico, de las cuales una quinta parte corresponde a turistas extranjeros que se alojan en viviendas de su propiedad (ver Yepes y Medina, 2005). Estas aglomeraciones de viviendas más o menos vacacionales conforman auténticos paisajes suburbanos ante los que solo es posible responder con una adecuada transformación urbanística y de ordenación del territorio. Gartner (1987) ha estudiado el impacto ambiental que generan este tipo de alojamientos.
El verdadero problema no es que el turismo se constituya como un auténtico depredador del territorio costero. El uso del espacio litoral con fines turísticos puede formularse bajo dos modelos divergentes: la gestión o la venta del territorio (ver Yepes y Medina, 2005). El primero, representado por una demanda con una estancia media reducida, alojada en hoteles o apartamentos de alquiler y con una alta tendencia al gasto, estaría representado por una estructura urbana de alta concentración y densidad. La venta del territorio con fines residenciales albergaría una demanda de estancias elevadas, con viviendas unifamiliares en propiedad, con bajas tendencias en el gasto y con una trama urbana típica de urbanización. En la Tabla 1 se muestran algunas características de estos modelos. El paradigma del primer caso sería Benidorm (Claver et al., 2007) y el de segundo, Torrevieja (Casado, 1999; Vera e Ivars, 2003).
Tabla 1: Características principales de la demanda (Fundación Cavanilles de Altos Estudios Turísticos, 1995).
Concepto |
Turistas |
Veraneantes |
Residentes |
Estancia media |
15 días o menos |
Hasta dos meses |
Más de dos meses |
Tipo de alojamiento |
Hoteles, campamentos de turismo o apartamentos de alquiler |
Apartamentos y viviendas unifamiliares generalmente de su propiedad y menos de alquiler |
Viviendas unifamiliares de su propiedad |
Tendencia al gasto de la demanda |
Alta |
Moderada |
Baja |
Estructura urbana |
Modelos urbanos de alta concentración y densidad |
Tramas rurales densas y alguna urbanización |
Urbanizaciones y alguna trama rural densificada |
Estacionalidad |
Baja |
Elevada |
Nula |
Población |
Joven en crecimiento |
Estabilizada con tendencia al envejecimiento |
Envejecida |
Dinamismo empresarial |
Alto |
Bajo |
Inexistente |
Benidorm, con apenas cinco kilómetros de litoral funcionalmente útil, aporta casi dos terceras partes de las pernoctaciones hoteleras de los españoles en los establecimientos de la Comunitat Valenciana, alcanzando el 94% de las de los extranjeros. Este municipio representa casi el 40 % de las plazas hoteleras de la Comunidad Valenciana. La capacidad total de alojamiento del municipio supera las 200 000 plazas, de las cuales dos terceras partes corresponden a alojamientos en viviendas de uso turístico potencial. Además, es uno de los pocos destinos turísticos mundiales donde se ha conseguido romper la estacionalidad veraniega (Curtis, 1997). En cambio, Torrevieja no alcanza el 2 % de las plazas hoteleras de la región, pero su capacidad alojativa supera las 225 000 plazas, de las cuales algo más del 2 % son plazas turísticas regladas. La ocupación media de las viviendas de segunda residencia raramente supera el 30 % anual y, en cuanto al gasto medio por turista, este no está determinado por su nivel de renta. El gasto disminuye si aumenta la estancia media. Asimismo, la industrialización del proceso turístico básico (transporte, alojamiento y manutención) conlleva un menor coste y favorece el gasto extra en oferta complementaria. El gasto de un turista es aproximadamente 1,6 veces mayor que el de los veraneantes.

Fotografía: V. Yepes.
Un cliente hotelero que utilice una instalación urbana requiere aproximadamente 14 veces menos suelo bruto que el que necesita un habitante de una vivienda unifamiliar en una urbanización. Además, el uso turístico intensivo del territorio presenta un consumo de agua por persona y día cuatro veces menor, las pérdidas en las redes de agua potable son menores, se depura una proporción mayor de aguas residuales, se consume menos energía por persona y día en el alumbrado y hay una proporción mucho menor de suelo asfaltado por persona (Generalitat Valenciana, 2002).
En este sentido, según cálculos realizados por la Junta de Andalucía (2000), una misma porción de suelo litoral dedicada a uso hotelero generaría ocho veces más empleo y doce veces más renta que si se destina a segunda residencia. Además, el uso residencial solo genera beneficios apreciables durante la construcción, por lo que las urbanizaciones y edificaciones deben ampliar constantemente su «frontera productiva» mediante el consumo de nuevos suelos para mantener la rentabilidad de las empresas implicadas (Fernández-Tabales, 2004).
Al margen de ciertas consideraciones sobre el contenido turístico real del parque de viviendas de segunda residencia, su desmedido crecimiento plantea problemas territoriales que afectan al conjunto del sector turístico. Por un lado, el uso intensivo del territorio agota los recursos naturales en los que se sustenta la actividad turística (suelo, agua y paisaje, principalmente) y, por otro, compite directamente con los hoteles y otras formas de alojamiento turístico al ocupar la mayoría de los lugares idóneos para su establecimiento.
Todos los datos anteriores apuntan a una mayor eficiencia ecológica y de uso del territorio de los modelos de gestión turística intensiva, siempre que no se supere su capacidad de carga (Pereira, 2002). De hecho, aunque el modelo turístico de Benidorm no es exportable sin más a otras zonas, la rentabilidad económica y social que genera toda la actividad turística de la Comunitat Valenciana solo necesitaría un equivalente a un máximo de 20 km de este modelo de gestión. Como contrapartida, el resto del territorio podría reservarse para otros usos. Evidentemente, esta propuesta solo pretende mostrar las diferencias entre los distintos modelos de desarrollo turístico.
REFERENCIAS
- CASADO, M.A. (1999). «Socio-demographic impacts of residential tourism: a case study of Torrevieja, Spain», International Journal of Tourism Research, núm. 1 (4), pp. 223-237.
- CLAVER, E.; MOLINA, J.F.; PEREIRA, J. (2007). «Competitiveness in mass tourism», Annals of Tourism Research, núm. 34 (3), pp. 727-745.
- CURTIS, S. (1997). «Rejuvenating holiday resorts. A Spanish case study», Travel & Tourism Analyst, núm. 2, pp. 77-93.
- FERNÁNDEZ-TABALES, A. (2004). «Turismo y ordenación del territorio», Quaderns de Política Econòmica, núm. 7, pp. 36-47.
- FUNDACIÓN CAVANILLES DE ALTOS ESTUDIOS TURÍSTICOS (1995). Bases para la redacción del Plan de los Espacios Turísticos de la Comunidad Valenciana, Alicante, 234 pp.
- GARTNER, W.C. (1987). «Environmental impacts of recreational home developments», Annals of Tourism Research, núm. 14 (1), pp. 38-57.
- GENERALITAT VALENCIANA (2002). Libro blanco de la costa valenciana, Valencia, Ed. Dirección General de Puertos y Costas, 262 pp.
- JAMES, R.J. (2000). «From beaches to beach environments: linking the ecology, human-use and management of beaches in Australia», Ocean & Coastal Management, núm. 43, pp. 495-514.
- JUNTA DE ANDALUCÍA (2000). Plan de ordenación del territorio del litoral occidental de Huelva. Informe específico sobre turismo, Sevilla, Ed. Consejería de Obras Públicas y Transportes.
- PEREIRA, C. (2002). «Beach Carrying Capacity Assessment: How important is it?», Journal of Coastal Research, núm. SI 36, pp. 190-197.
- VERA, J.F.; IVARS, J.A. (2003). «Measuring Sustainability in a Mass Tourist Destination: Pressures, Perceptions and Policy Responses in Torrevieja, Spain», Journal of Sustainable Tourism, núm. 11 (2-3), pp. »,181-203.
- YEPES, V. (2012). «Sistemas voluntarios de gestión de playas de uso intensivo». En: Rodríguez-Perea, A., Pons, G.X., Roig-Munar, F.X., Martín-Prieto, J.Á., Mir-Gual, M. y Cabrera, J.A. (eds.). La gestión integrada de playas y dunas: experiencias en Latinoamérica y Europa: Mon. Soc. Hist. Nat. Balears, 19: 61-76. ISBN: 978-84-616-2240-5. Palma de Mallorca.
- YEPES, V.; MEDINA, J.R. (2005). «Land Use Tourism Models in Spanish Coastal Areas. A Case Study of the Valencia Region», Journal of Coastal Research, núm. SI 49, pp. 83-88.