En la clase de “Gestión de la innovación en el sector de la construcción“, del Máster Universitario en Gestión y Planificación en Ingeniería Civil, muchas veces se debate sobre los inventos. Si éstos se deben a mentes brillantes, a la casualidad o a un proceso planificado de innovación en las empresas. Incluso si los inventos o la innovación deben originarse en la investigación y el desarrollo tecnológico. Pero incluso en épocas anteriores al desarrollo del método científico, ya se inventaban cosas.
Os paso un documental donde se muestra cómo los grandes inventos a veces son muy antiguos: la pila eléctrica de Bagdad, las máquinas griegas para hacer cálculos astronómicos, la máquina de vapor de Herón de Alejandría, las técnicas de construcción de las pirámides de Gizeh y del Machu Picchu Inca, o los conocimientos de neurocirugía y de aviación de los indios Nazca, inventos todos ellos que permanecieron ocultos miles de años y que hubieran podido cambiar el destino de la humanidad.
Me gustaría dedicar mi último artículo de 2016 a la profesora Adela Cortina, flamante doctora honoris causa por la Universitat Politècnica de València. Su visión sobre la ética, la ciencia y la tecnología nos permite encuadrar nuestro quehacer diario dentro un ámbito de conocimiento global que supera viejas barreras. A continuación os dejo una breve recensión de un capítulo de su libro “Para qué sirve realmente la ética” en lo tocante a la profesión y la técnica. Un libro imprescindible para entender lo qué es la ética.
Educar con calidad supone formar ciudadanos justos, personas que sepan compartir valores morales propios de una sociedad pluralista y democrática, esos mínimos de justicia que permiten construir una buena sociedad. Supone formar buenos profesionales, pues no es lo mismo un buen técnico que un buen profesional. Transformar la vida pública no solo es cosa de políticos, sino también desde la sociedad civil, siendo un lugar privilegiado el mundo de las profesiones. Quien ingresa en una profesión se compromete a proporcionar un bien a la sociedad, tiene que prepararse para ello, adquiriendo las competencias adecuadas, y a la vez ingresa en una comunidad de profesionales que comparten la misma meta. Los profesionales se hacen responsables de los medios y de las consecuencias de sus acciones con vistas a alcanzar los fines mejores. Quien ingresa en una profesión no puede proponerse una meta cualquiera, sino que le viene dada y es la que comparte con el resto de colegas. Los motivos por los que se accede a la profesión se convierten en razones cuando concuerdan con las metas de la profesión, que les da auténtico sentido y legitimidad social. Se deben formar profesionales, no puros técnicos, recordado sus fines legítimos y qué hábitos hay que desarrollar para alcanzarlos. Parece que hay dos modelos educativos contrapuestos, promover la excelencia y no generar excluidos. Una tercera vía es la de la universalización de la excelencia, entendiendo por excelente la virtud de la persona que es fecunda para la sociedad a la que pertenece. El éxito consiste en competir con uno mismo, lo cual requiere esfuerzo, pues no se construye una sociedad justa con ciudadanos mediocres.
A continuación también os dejo un vídeo donde la propia filósofa explica con sus palabras qué es la ética. Espero que os guste.