La ingeniería era ya milenaria cuando se intentó definirla, nació antes que la ciencia y la tecnología y puede decirse que es casi tan antigua como el hombre mismo. Obviamente, esta noción de lo que es un ingeniero se sale de los estrechos marcos de las concepciones actuales. No se pretenderá que los ingenieros primigenios fueran científicos y mucho menos que conocieran la tecnología, eran simplemente ingenieros. Por ello ingeniero no es quien tiene el título, es quien ejerce la ingeniería, la profesión que concreta los sueños y construye los ingenios de todo tipo, tan sencillos como la rueda, entendiendo como ingenio, ya sea una máquina o artificio de guerra o bien un artilugio que se fabrica con entendimiento y facilita la labor humana, que de otra manera demandaría grandes esfuerzos. En realidad, la palabra ingeniero apareció en la Edad Media para designar a los constructores de ingenios, aunque junto con el sacerdocio y la milicia, la ingeniería fue una de las primeras profesiones en aparecer. Es decir, la profesión de ingeniero existió muchos siglos antes de que se le diera ese nombre.
La ingeniería no ha podido ser definida satisfactoriamente en una sola frase. En 1820, el arquitecto británico Thomas Tredgold presidente de la Institution of Civil Engineers, fue probablemente el primero que hizo un intento: la llamó “el arte de dirigir las grandes fuerzas de la naturaleza y usarlas para beneficio del hombre”. Para esa época la definición era apropiada, pues, no se había consolidado aún el papel de la ciencia y la tecnología en el quehacer ingenieril.
La ingeniería se define en el documento “Formation des Ingenierus et environement” patrocinado por la UNESCO como “la profesión que consiste fundamentalmente en crear, modificar y valorar el entorno de hombre para satisfacer sus necesidades”. Bajo este punto de vista, el ingeniero debe abordar una amplia gama de aspectos adicionales como la economía, el medio ambiente, la legalidad, la innovación o la creatividad; todas ellas conducentes a optimizar los recursos disponibles para la obtención de un determinado bien social genérico. La Federación Europea de Asociaciones de Ingeniería define al ingeniero como “una persona que ha adquirido y sabe utilizar conocimientos científicos, técnicos y cualesquiera otros necesarios que le capacitan para crear, operar y mantener sistemas eficaces, estructuras, instalaciones o procesos y para contribuir al progreso de la ingeniería mediante la investigación y el desarrollo” (www.iies.es/publicaciones/informe2003).
Aunque en sus inicios la ingeniería nació como evolución de los oficios artesanos, es decir, basada exclusivamente en la experiencia, la aparición de un mundo caracterizado por la gran velocidad de cambio y la fuerte evolución de interdependencia con los conocimientos científicos, ha hecho que esta disciplina tome un gran auge en el mundo moderno.
Sin embargo, hubo una época bastante extensa donde la arquitectura y la ingeniería la desempeñaban maestros o técnicos que podríamos considerar como “arquitectos”. Con el paso del tiempo, al complicarse la construcción y diversificarse las técnicas, los papeles del arquitecto y del ingeniero quedaron totalmente diferenciados.
El “ingeniero civil”, como tal, se puede decir que aparece en Inglaterra con John Smeaton, quien en 1750 acuña el nombre, quizá para diferenciarlo del “ingeniero militar”, sin darse cuenta de que ingenieros civiles eran también los de minas, los metalúrgicos, etcétera, existentes ya en aquellas épocas. Los franceses emplearon, a partir del siglo XVIII, el nombre de Ingenieros de Puentes y Caminos. En España, desde principios del siglo XIX, la denominación fue la de Ingeniero de Caminos y Canales (posteriormente Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos); no obstante, la ingeniería no militar se diferenciaba en “caminos y canales” y “minas”, al igual que en Francia. Se debió esperar hasta la mitad del siglo XIX, para que en España apareciera la figura de Ayudante de Obras Públicas, que, con el paso del tiempo, se transformó en Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Todavía un siglo después, los ingenieros civiles definían su profesión como “el arte de la aplicación práctica del conocimiento científico y empírico al diseño y producción o realización de varios tipos de proyectos constructivos, máquinas y materiales de uso o valor para el hombre”.
Los ámbitos de actuación de los ingenieros civiles fueron, con el tiempo, desmembrándose en diversas ramas, que dieron lugar a distintas especialidades como la ingeniería agronómica, de montes, mecánica, química, eléctrica, industrial, electrónica, de telecomunicaciones, informática, aeronáutica y naval.
El ingeniero civil se responsabiliza de la planificación, diseño y construcción de las infraestructuras. Esto incluye las redes de transporte, la gestión del agua, la protección del medio ambiente, el urbanismo, etcétera. Los resultados más visibles son las grandes estructuras como autopistas, puentes o presas. En estos casos, se combinan especialidades tales como la ingeniería de estructuras, la ingeniería geotécnica y la edificación. Otro ámbito de gran importancia es el diseño y operación de plantas de tratamientos de agua, no solo domésticas sino también de desechos industriales. Este campo se amplía a instalaciones de depuración de todo tipo de residuos (ingeniería del medio ambiente). La ingeniería de sistemas de transporte incluye no solo autopistas, ferrocarriles y otros sistemas de transporte rápido, sino también la construcción y gestión de puertos, aeropuertos, vías acuáticas, etc. Dentro de la ingeniería de obras civiles se incluye una especialidad dedicada al diseño de sistemas de transporte de agua y a la gestión de recursos hidráulicos. Por último, dentro de la ingeniería civil, también figuran los aspectos relacionados con la ordenación del territorio y del urbanismo.
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