El procedimiento de tableros empujados consiste en fabricar o montar el tablero detrás del estribo y después empujarlo deslizándolo sobre las pilas hasta alcanzar su posición definitiva al llegar al otro estribo. Para que ello sea posible, el tablero del puente debe deslizarse en todos los puntos donde se apoya, ya sean pilas, estribos o en el parque de fabricación. Estos apoyos, que en principio eran rodillos, hoy son de neopreno-teflón, que ofrecen poca fricción y una excelente distribución de las cargas verticales. Los apoyos pueden ser provisionales o definitivos. Los primeros se usan sobre apoyos auxiliares o en el parque de fabricación. Sobre las pilas pueden ser también provisionales, en cuyo caso se sustituyen posteriormente, o bien definitivos, con un segundo nivel deslizante que se utiliza durante el lanzamiento del tablero.
En los puentes de hormigón, el apoyo provisional se monta sobre un bloque de hormigón de unos 15-35 cm de espesor, fuertemente armado y nivelado. Sobre el hormigón se dispone una chapa de acero inoxidable pulida y plana, sobre la que se disponen las almohadillas de neopreno-teflón, de 10-13 mm de espesor. En los puentes de hormigón, el teflón se apoya sobre el acero inoxidable y el neopreno contacta con el tablero. Además, el apoyo dispone de una guía lateral, también con almohadillas de neopreno-teflón, que encarrila al tablero en su movimiento longitudinal. En el caso de puentes de acero o mixtos, se coloca la pastilla fija en el apoyo, con el teflón hacia arriba, siendo el puente el que desliza sobre la pastilla. En los puentes metálicos, muchos más flexibles, los apoyos pueden ser rotulados, de forma que se van adaptando a la deformada y a las contraflechas del tablero durante cada fase de lanzamiento.
En el caso de puentes de hormigón, el movimiento del tablero arrastra la almohadilla, que cae por delante y se vuelve a introducir por detrás. Esta operación se realiza manualmente, por lo que se debe prestar especial atención a los posibles errores durante las 2-3 horas que dura la operación del lanzamiento del tramo correspondiente. En los puentes metálicos, al permanecer el teflón fijo, no se precisan operarios recolocando continuamente las pastillas.
El coeficiente de rozamiento entre la almohadilla y el acero inoxidable, en el momento del arranque, puede llegar al 5% en tiempo frío, pero una vez en movimiento, baja al 3-3,5%. Para reducir la carga horizontal sobre el apoyo, se reducen al máximo las almohadillas, pues el rozamiento se reduce con la presión. Para soportar la carga vertical, se zuncha intensamente el neopreno para soportar unos 20 MPa. Además, conviene lubricar las almohadillas con silicona y mantenerlas limpias, con lo que se puede bajar el rozamiento al 1-2%.
Los apoyos provisionales se sustituyen por los definitivos subiendo el tablero con gatos. Esto mismo se debe hacer incluso cuando los apoyos deslizantes son definitivos, puesto que se debe bloquear el nivel de deslizamiento usado durante el lanzamiento, quitar las almohadillas y soldar la parte superior del apoyo a chapas metálicas dejadas en el tablero.
En puentes de hormigón se pueden lanzar vanos de 20 a 70 m, pudiendo ser de hasta más de 100 m en los metálicos. Con una buena velocidad de empuje, de unos 10 m/h, el lanzamiento se puede prolongar toda una jornada.
Se agradecen los comentarios realizados por Juan José Martí Gastaldo a este artículo, especialmente en lo referente a los puentes metálicos.
Os dejo a continuación un vídeo donde se observa el lanzamiento del tablero.
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